La lectura del libro de Joel, y el salmo 50 nos invitan a proclamar, convocar y congregarnos como pueblo de Dios para pedir misericordia pues hemos pecado, “Rasgando nuestros los corazones y no las vestiduras.” El evangelio de Mateo y la Carta a los Corintios, nos propone tres obras de misericordia: La limosna, la oración y el ayuno para poner en acción nuestra fe en este tiempo favorable de conversión.
El papa Francisco nos invita a ser una Iglesia “en salida” con puertas abiertas, no solo para poder dejar entrar al que lo necesite, sino para salir a su encuentro, que sea la cuaresma una oportunidad para que, como el padre del hijo prodigo abramos las puertas de nuestros corazones y vivíamos este dinamismo misionero que hace fluir la gracia y el perdón para todo aquel que quiere regresar o fortalecer su relación con Dios.