Predicando Mision

XXX domingo del tiempo ordinario - 27 de octubre, 2019

Written by Equipo MISSIO | Oct 21, 2019 3:26:22 PM

 

¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador

Reflexiones sobre las lecturas del XXX domingo del tiempo ordinario (27 de octubre, 2019): Eclesiástico 35,12-14.16-18; Salmo 33; 2 Timoteo 4,6-8.16-18; Lucas 18,9-14

MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.

“El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda.” Siguiendo la línea trazada por la liturgia de la palabra, este domingo XXX del tiempo ordinario nos ofrece una continuación temática del domingo anterior. A la misma vez, seguimos también, leyendo en el nuevo testamento la segunda carta de Pablo a Timoteo y el evangelio de Lucas. Así como en el Antiguo testamento leemos el libro del Eclesiástico.

Hoy en la parábola del evangelio de Lucas, Jesus nos presenta dos posiciones claras frente a la relación con Dios: La posición representada por el fariseo, quien, sobrado de seguridad de hacer la voluntad de Dios, despreciaba a los demás. Y, la posición de publicano quien, en contraste, sabía que actuaba mal, y por esa razón se acercaba a Dios humildemente, pidiendo misericordia.

Reflexionemos en estas dos posiciones que hoy nos confrontan a nosotros como discípulos misioneros. Veamos a continuación cuatro razones que llevan al fariseo a actuar como lo hizo y lo alejaron del amor de Dios y como consecuencia de la solidaridad con los demás:

Primera razón, estaba encerrado en sí mismo. El fariseo confiado en sus propios méritos, se sentían santo y justificaban su conducta solo bajo el cumplimiento de la ley. Sabia lo que no era, pero no podía en esta actitud saber realmente quien era frente a Dios.

Segunda razón, Se consideraba mejor que cualquiera y consideraban pecadores a los que no actuaban como él y por hecho también los despreciaban. Alejándose de la oportunidad de conocer más allá de sí mismo. 

Tercera razón, minimizaban su relación con Dios al considerarse que se merecían las bendiciones como pago por sus acciones. Olvidándose de ser agradecidos por los dones recibidos. Cerrado así su corazón y su capacidad de admiración para darse cuenta de las acciones de Dios cada día y en cada persona a su alrededor.  

Cuarta razón, miraba sin ver y oía, sin oír. Pues su propio interés egoísta no les permitía tener la mirada en la realidad de su comunidad y por lo tanto no podía tener sentimientos solidaridad. 

Que esta parábola hoy nos rete y nos motive a seguir nuestro discipulado con la actitud del publicano, que sabiéndonos pecadores abracemos la misericordia de Dios y seamos conscientes que llevamos este tesoro de salvación en vasos frágiles de barro, siempre necesitados de Dios y de los demás. Solo con esta actitud podremos ser signo de transformación en el mundo.