Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
Reflexiones sobre las lecturas del XXII domingo del tiempo ordinario (30 de agosto, 2020): Jeremías 20,7-9; Salmo 62; Romanos 12,1-2; Mateo 16,21-27
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Muchos esfuerzos por silenciar el dolor terminan generando más sufrimiento. La invitación de Jesus hoy, es a retomar la cruz, no a evitarla.
En el evangelio de hoy Mateo nos cuenta como Jesus explica a sus discípulos que tiene que sufrir y morir. Jesus quería compartir y anunciarles a sus amigos, su necesaria pasión y muerte. Quería preparar a los que lo habían acompañado por un buen tiempo, a los que conocían de sus enseñanzas y de sus acciones; quería hablar sobre su jornada mesiánica con sus discípulos, los mismos que le había comentado quien decía la gente que el era y a la vez le había afirmado en boca de Pedro, quien ellos creían que él era.
La respuesta del mismo Pedro:"¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte." Pone en contexto dos situaciones: La primera es que esta respuesta de Pedro nos indica que sus discípulos aun no comprenden que el mesianismo de Jesus, no es el de un rey político, sino un siervo del Señor, el mismo anunciado por el profeta Isaías. La segunda, es que esa respuesta, reconoce la tensión que se da entre la fe y el seguimiento de Jesus en la comunidad. Nuestra humanidad, sus limitaciones y debilidades nos hacen susceptibles al sufrimiento. El cual no es fácil integrarlo en nuestra vida.
Por otro lado, respuesta de Jesus a Pedro: "Quítate de mí vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios." y la posterior afirmación a todos sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga…. Aclara el camino nuevamente de como continuar, a pesar de las dificultades, retos y sufrimientos el discipulado de Jesus:
Renunciando a sí mismo y cargando con su cruz; perdiendo la vida mundana por Jesus; y, actuando como él ha enseñado.
El miedo y/o rechazo al sufrimiento es parte de nuestra humanidad. Nadie se escapa de él. Es difícil encontrar sentido al sufrimiento. Es como pensar que tiene sentido lo no queremos para nosotros. Pero este domingo Jesus nos invita a tomar el sufrimiento y unirlo al de él. No para sufrir por sufrir, ni tampoco es una invitación a desear el dolor. Jesus nos invita a darle el sentido a ese dolor. Nos invita a contrastarlo con el Amor.
Muchos esfuerzos por silenciar el dolor terminan generando más sufrimiento. La invitación de Jesus hoy, es a retomar la cruz, no a evitarla. Para así en la presencia del Amor, darle sentido y superar el sufrimiento para generar vida y darla en abundancia.