El que tenga oídos, que oiga
Reflexiones sobre las lecturas del XVI domingo tiempo ordinario (19 de julio, 2020): Sabiduría 12,13.16-19; Salmo 85; Romanos 8,26-27; Mateo 13,24-43
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
La justicia y la esperanza son elementos que surgen en la lectura del libro de la Sabiduría...
“Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo.” Afirma el libro de la sabiduría este domingo XVI del tiempo ordinario. Esta es la primera lectura de la liturgia de la palabra de hoy, la cual acepta y deja claro la presencia de Dios y su poder. A la vez nos ofrece, elementos para ir tejiendo una reflexión que, como discípulos misioneros nutra nuestra vida de fe e impulse nuestra acción en la comunidad.
La justicia y la esperanza son elementos que surgen en la lectura del libro de la Sabiduría, como resultado de la acción poderosa de Dios: La primera es el principio fundamental de este poder divino, y la segunda; resultado de una relación personal con él. Fruto de una conversión que permite un cambio de mente y una apertura de corazón.
“El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad.” La segunda lectura de la liturgia de la palabra de este domingo proveniente de la carta a los Romanos, en ella Pablo, nos asegura que tenemos un ayudante, un intercesor que nos conoce más que nosotros mismo: Ese ayudante es el Espíritu Santo. Segunda persona en el misterio de la identidad Dios: Trino y uno. Queda claro, entonces, que podemos contar en el Espíritu, para que nos acompañe en esta jornada misionera de vivir la alegría de la buena nueva de Jesus.
"El Reino de los cielos se parece…” En el evangelio de Mateo, Jesus nos presenta la propuesta del Reino del Padre comparándolo con elementos conocidos de la época, Jesus comparte para esto tres parábolas: El trigo y la cizaña, el grano de mostaza y la levadura. El Reino del Padre transmitido por Jesus, acepta la presencia del mal y el bien entre nosotros.
La autopia de este Reino, exige para cada discípulo de Jesus una acción transformadora de la vida cotidiana, que llegue a lo más profundo de cada ser humano y sea convierte en un llamado constante a la construcción de un nuevo mundo. Un mundo que gire alrededor de esta buena nueva que trae esperanza.
Dios, Padre nuestro, que vienes hasta nosotros en la persona de Jesús de Nazaret, quien con su palabra y en sus acciones; nos presenta la propuesta de tu Reino, te damos las gracias por esa presencia en medio de nosotros; que ella nos ayude a profundizar en nuestro discipulado misionero para que nuestra fe, sea fuente de nuestro Amor y nuestra Esperanza para vivir conforme a lo que creemos. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén