La semilla cayó en tierra buena y dio fruto
Reflexiones sobre las lecturas del XV domingo tiempo ordinario (12 de julio, 2020): Isaías 55,10-11; Salmo 64; Romanos 8,18-23; Mateo 13,1-23
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
“La parábola del sembrador,” en ella, se reafirman tres importantes elementos...
“Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno." Las lecturas de la liturgia de la palabra de este domingo nos ofrecen la oportunidad de meditar en un tema fundamental para nosotros como discípulos misioneros: “la eficacia Palabra de Dios”
El profeta Isaías en la primera lectura, nos trae una comparación que, en pocas palabras, describe el ciclo completo del agua desde su caída desde las nubes en forma de gotas, para unirse a la tierra e irrigarla produciendo y fomentando así la vida por medio de los frutos; para luego volver nuevamente al cielo y estar lista para repetir el proceso.
Así de igual manera, que este proceso de irrigación del agua, la Palabra de Dios, no se queda en ella misma, sino que hace fértil el campo donde cae. O sea, cada persona, quien como un terreno de cultivo que recibe el agua, el cual tiene cierta preparación, permite a la Palabra de Dios dar mejor fruto.
Pablo, nos presenta en la carta a los Romanos la misma reflexión de Isaías, pero desde una visión más teológica: La creación es el terreno fértil que Dios nos ha dado a la humanidad; esta creación, nos dice Pablo, espera con paciencia la realización de la obra de Cristo para todos, incluyendo el universo.
Mateo en su Evangelio nos complementa esta reflexión sobre la Palabra de Dios con una de las parábolas más conocidas del nuevo testamento: “La parábola del sembrador,” en ella, se reafirman tres importantes elementos: El sembrador, la calidad de la semilla y la disposición del terreno.
El sembrador, sin escatimar esfuerzos, lanza la semilla de excelente calidad, aun en lugares donde no se esperaría ningún resultado, pues su interés no es ahorrar semilla, sino darle la oportunidad a esta semilla y al terreno para que se encuentren y fructifiquen. El terreno por su lado responde según su calidad. La buena disposición de cada pedazo de terreno es el factor decisivo para dar frutos.
El mismo Jesus hace la interpretación de esta parábola del sembrador para sus discípulos: Terreno, semilla y sembrador; una parábola que nos ayuda a reflexionar hoy, en el inmenso amor de Dios, reflejado en todos sus intentos de hacer llegar su mensaje, su Palabra a nosotros. Isaías y pablo: Antiguo y nuevo testamento se unen este domingo para refirmar el mensaje de esperanza e invitarnos a ser terrenos fértiles para que la Palabra de Dios de mucho fruto.
¡Seamos tierra buena, escuchemos la Palabra de Dios y pidamos sabiduría para entenderla y así dar fruto, ciento o sesenta o treinta por uno!