Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad
Reflexiones sobre las lecturas del XIV domingo del tiempo ordinario - (4 de julio 2021): Ezequiel 2,2-5; Salmo 122; 2 Corintios 12,7b-10; Marcos 6,1-6
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
¿Cuál es la importancia del profeta? ¿Por qué deben de existir los profetas hoy?
El evangelio de Marcos, nos dicen algunos estudiosos de la biblia, en su primera parte (que termina en la “confesión de Pedro) nos presenta otras pequeñas partes, las cuales comienzan con un resumen, llamado sumario de la vida de Jesus, a la cual le sigue, una referencia a los apóstoles.
Conociendo entonces este esquema, el evangelio de hoy es el fin de la segunda de las tres pequeñas partes. El punto para señalar aquí es que estas partes se caracterizan en mostrarnos el conflicto que Jesus provoca al encontrarse con él. El texto de hoy marca un punto clave: Jesus, quien es presentado como profeta, se encuentra con la falta de fe de los suyos; sus parientes y amigos no logran ver al profeta en él.
Ellos en vez de llamarlo maestro, se refieren a él por el oficio de su padre y el nombre de su madre. En la sociedad patriarcal de la época, esto significaba un menosprecio a la persona de Jesus.
Frente a esta actitud, Jesus recuerda que “Un profeta solo es despreciado en su tierra, entre sus parientes y entre los suyos” por esa razón, “no pudo hacer ahí ningún milagro, tan solo sano a unos enfermos …y estaba sorprendido de su falta de fe”
Marcos en este texto de su evangelio contrasta la falta de fe de los paisanos de Jesus, con la fe de sus seguidores, quienes se iban convirtiendo en sus discípulos y así también en su familia.
Después de este episodio, vemos a Jesus predicando en los pueblos vecinos, llamando a los doce, que serán sus apóstoles. A los cuales enviara a compartir la buena nueva de salvación. La misión del profeta, independientemente de la reacción que despierte, es llevar la Palabra de Dios, el mensaje del Reino del Padre, que llama a la conversión y llena de esperanza.
Dios, Padre nuestro, que continuamente nos invitas a la conversión con llamados que con frecuencia nos pasan desapercibidos; te pedimos abras nuestros oídos y nuestros corazones para que estemos siempre atentos a acoger tu Palabra, para que nos dejemos transformar por ella y podamos ser profetas del siglo XXI. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen