Yo confío en ti, Señor, te digo: "Tú eres mi Dios."
Reflexiones sobre las lecturas del Viernes santo - (15 de abril 2022): Is 52,13–53,12; Salmo 30; Heb 4,14-16; 5,7-9; Jn 18,1–19,42
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Celebremos hoy el viernes de pasión y junto a Jesus, demos un nuevo sentido a la muerte y a la vida, al dolor y a la alegría.
Viernes santo o viernes de pasión. Hoy enfrentamos la muerte de Jesus, y con ella también la nuestra. La realidad de la muerte es la verdad ultima que todos nosotros tenemos que enfrentar independientemente de creencias religiosas, filosóficas y políticas que profesemos. Para los discípulos de Jesus, su muerte fue un acontecimiento trágico. Ya que ellos esperaban un Mesías que renovaría la gloria de Israel.
Por otro lado, es importante recalcar el sentimiento de derrota que estaba presente en ellos, pues los enemigos de Jesus estaban triunfando. Ya que estos estaban logrando su cometido con el arresto y la posterior muerte de Jesus, que era quitarlo del camino. Ya que Jesus, frente a los sacerdotes, había denunciado el vació de un culto formalista. Frente a los saduceos, había reafirmado la resurrección en contra de la negación de la misma que estos sostenían. Frente a los fariseos, había desenmascarado su hipocresía. Frente a los ricos, les había echado en cara la injusticia de sus acciones, y finalmente los romanos lo consideraron un rebelde peligroso para su imperio. En fin todos ellos ganaban.
Jesus murió en la cruz, condenado por la justicia humana y rechazado por su pueblo. Parecía que el odio había vencido sobre el amor, que la mentira sobre la verdad, que las tinieblas vencieron a la luz. Ese viernes de pasión que hoy conmemoramos, pareciera que en el Calvario todo esta terminado.
Pero, ¡NO! hoy sabemos que en lo mas profundo de los acontecimientos de este viernes de muerte, la realidad mas allá y nos anuncia que Jesus no fue derrotado, que la muerte no lo vence, sino que es un instrumento para la salvación y la vida, que la cruz que era símbolo de vergüenza y dolor, se transforma en una realidad de salvación y gloria. Lo que para muchos pueden ser el fin, no es así, es apenas el comienzo de otra etapa en la historia de salvación.
Celebremos hoy el viernes de pasión y junto a Jesus, demos un nuevo sentido a la muerte y a la vida, al dolor y a la alegría. Demos una oportunidad a la paz, a la solidaridad, al Amor, a la convivencia. Aceptemos nuestra propia vocación y lancemos a la misión de construir un mundo basado en los valores evangélicos. Hoy junto a San Pablo reconozcamos a Jesus como nuestro sumo sacerdote y permitamos que su sacrificio sea fuente de salvación para cada uno de nosotros. Que este sacrificio nos convierta en discípulos misioneros constructores de la civilización del Amor.