He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe
Reflexiones sobre las lecturas de la Solemnidad de Pedro y Pablo, apóstoles. (29 de junio, 2020): Hch 12,1-11; Salmo 33; 2Tim 4,6-8.17-18; Mt 16,13-19
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Responder personal y comunitariamente como discípulos llamados y guiados por Dios...
En la primera lectura de los hechos de los apóstoles, Pedro es liberado por un ángel enviado por Dios, que lo invita a “darse prisa, a ponerse el cinturón y las sandalias, a echarse el manto y seguirle…” En este pasaje bíblico, es claro que Pedro es cuidado por Dios para retomar su misión, ¿Cuantas veces tú has sido salvado por Dios? ¿Sabes por qué?
En la segunda carta a Timoteo, Pablo hace un recuento de su vida y su entrega a la misión, “he combatido bien mi combate” le escribe a Timoteo, Pablo al revisar su vida, no duda sobre su vocación, saber reconocer la misión y junta ella su discipulado, al final de su vida le da gracias a Dios por fortalecerlo y guiarlo durante su vida. ¿Has revisado tu vida a la luz de tu fe y tu vocación? ¿Has dado gracias a Dios por el regalo de la vida y por tu vocación?
Finalmente, el evangelio de Mateo en el capítulo 16, nos comparte el momento donde Jesus hace dos preguntas a sus discípulos: la primera buscando lo que ellos han oído por ahí: ¿Quién dice la gente que soy yo? y, la segunda pregunta, buscando una respuesta más directa, más cercana; una respuesta personal y comunitaria como discípulos: y entonces, Jesus pregunta: Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? Esta última pregunta arranca de Pedro una proclamación de fe espontánea y profunda: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo."
Esta confesión de Pedro, tomando la iniciativa entre sus hermanos de comunidad, nos muestra su personalidad, fortalezas, sus sentimientos y relación de cercanía con Jesus.
Que al igual que Pedro y Pable podamos hoy, responder personal y comunitariamente como discípulos llamados y guiados por Dios para hacer “el buen combate” y junto con el salmista podamos decir: “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.”
El llamado de hoy sigue siendo el mismo de la pregunta formulada por Jesús: y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?