El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores
Reflexiones sobre el sexto domingo de Pascua (17 de mayo, 2020): Hechos 8,5-8.14-17; Salmo 65;1 Pedro 3,15-18;Juan 14,15-21
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
¿Cómo estamos llevando la alegría del evangelio a los más necesitados?
En este sexto domingo de pascua, las lecturas nos van preparando para el día de pentecostés, en el libro de los Hechos de los apóstoles vemos como los ellos inician la misión evangelizadora que Jesus les dejo, llevando sanación y consuelo a la ciudad de Samaria, el Salmo nos reafirma la grandeza del Padre, su poder, y eterno amor para con nosotros, la segunda lectura, de la primera carta de Pedro, nos recuerda la importancia de ser amables y responder con cordialidad a quien nos pida razón de nuestra esperanza en Cristo Jesús. El Evangelio de Juan este domingo nos prepara para recibir al paráclito, quien nos acompañara desde la partida de nuestro Señor Jesucristo hasta que Él vuelva.
Imaginemos, lo que el libro de hechos de los apóstoles nos relata; la alegría del pueblo de Samaria, siendo liberados de enfermedades, las personas poseídas por espíritus eran liberadas. Felipe había comenzado la misión evangelizadora, llevando la alegría del amor de Dios a una ciudad con muchas necesidades, conviviendo con la gente, sintiendo su aflicción y obrando sobre sus vidas como Jesús le había enseñado.
Pedro, en su primera carta, nos aconseja que brindemos culto al señor Jesus desde nuestros corazones, sabiendo dar respuestas a todo aquel que nos las pida, de forma amable y cordial; dando así a conocer con nuestra vida, la razón de nuestra esperanza.
En el Evangelio de Juan, Jesús nos dice que, si guardamos sus mandamientos, podremos ver cumplida la promesa de recibir al paráclito, el “Espíritu Santo”. Su presencia es la consumación del amor entre Padre y el hijo. Jesús hace esta firme promesa: “yo estoy en mi Padre y ustedes en mí y yo en ustedes” …” y el que me amé, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él”.
En medio de la pandemia del COVID-19, nos preguntamos ¿cómo estamos llevando la alegría del evangelio a los más necesitados? ¿Cómo podemos llevar sanación y liberación a las personas que lo necesitan? Para ser discípulos de Jesús no es necesario ir muy lejos, con nuestra familia, amigos y comunidad debemos ser mensajeros de la esperanza, respondiendo con solidaridad, amor y amabilidad a los más cercanos. Que la convivencia entre nosotros nos lleve a la unidad para que, si también podamos ser uno con Jesus, y caminar en el amor incondicional del Padre en el poder del Espíritu Santo.