“Den gracias al Señor porque es eterna su misericordia”
Reflexiones sobre las lecturas del segundo domingo de pascua (08 de abril 2018): Hch 4,32-35; Salmo 117; 1Jn 5,1-6; Jn 20,19-31
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Hoy terminamos la octava de pascua, fiesta de la resurrección.
Las lecturas de este día nos hablan del encuentro con Jesucristo resucitado, un encuentro personal y comunitario que nos lanza a la misión, fortaleciendo nuestro discipulado.
La primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles nos describe los sentimientos de solidaridad con que la nueva comunidad de los discípulos vivía, solidaridad que los llevo ‘a pensar y sentir lo mismo,” compartiendo todo según las necesidades de cada uno.
En la segunda lectura, Juan en su primera carta, nos explica que creer en Jesus salvador, es compartir su amor con los demás y practicar los mandamientos.
En el Evangelio, Juan nos relata dos apariciones de Jesus resucitado a sus discípulos: La primera aparición llena de paz a los presentes, Jesus sopla su Espíritu como bendición y envió a la misión. La segunda aparición refirma que la fe no necesita pruebas, al resucitado se le debe buscar en lo ordinario de la vida. Incluso en los testimonios de otras personas.
Finalmente, el salmo 117 nos invita a reconocer y cantar con el salmista lo que el plan de Dios ha hecho al resucitar a Jesus, “pues su diestra poderosa ha realizado un milagro patente y eterna es su misericordia.”
Que este segundo domingo de pascua Jesus resucitado, reanime nuestro discipulado para llevar la alegría del evangelio a las periferias con la fuerza de la resurrección que da vida a la vida.