Mantengamos la esperanza
Reflexiones sobre las lecturas del segundo domingo de adviento (8 de diciembre, 2019): Isaías 11,1-10; Salmo 71; Romanos 15,4-9; Mateo 3,1-12
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
“Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen las sendas para nuestros Dios.”” Con Juan Bautista se cumple el mensaje del profeta Isaías, quien afirma claramente que no será en Jerusalén, sino en el desierto, donde sucederá la manifestación de la gloria del Señor y el anuncio de la salvación de Dios al mundo.
Juan Bautista predico la llegada salvadora de Dios en el desierto del Jordán, fue precisamente ahí donde revelo Jesus su gloria; cuando en su bautismo, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo descendiendo en forma de paloma, permaneció sobre él, y se oyó la voz del Padre, confirmando: “Este es mi hijo muy amado, escúchenlo.”
El adviento es un tiempo para reflexionar, un tiempo especial para poner atención, para abrir los oídos, los ojos y todos los sentidos, para percibir y reflexionar los signos de los tiempos, para ir más allá de los hechos y poder intuir la llegada del Reino de Dios. El adviento debe ser para nosotros un tiempo de discernimiento y conversión. El adviento es, también, por excelencia un tiempo de esperanza, tiempo de una esperanza que fortalece la fe, de una fe que nos convierte en una Iglesia en salida, una Iglesia que se alista para dejar su zona de confort, lista para ser creativa, lista para cambiar y renovarse e ir a las periferias de su propia existencia.
Los profetas Isaías y Juan Bautista proclamaron la llegada de Jesus al mundo, como signo de la acción amorosa de Dios a nosotros. Por esa razón aquella voz resuena hoy para que en este adviento retomemos la invitación de “preparar el camino misionero” de proclamar la buena nueva, y “enderezar nuestras propias sendas,” las sendas personales que nos llevan a recibirlo y tomar la decisión de ser sus discípulos; protagonistas y constructores de una sociedad que gire a ritmo del Amor, que es el mismo Dios.
Que la visión del Reino de Dios que nos presenta Isaías hoy en la primera lectura: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastoreará.” sea la que nos aliente y nos comprometa a decir si al seguimiento de Jesus y sea este tiempo de adviento la puerta de entrada y renovación de nuestro discipulado misionero.