Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
Reflexiones sobre las lecturas de la Santísima trinidad - (12 de junio 2022): Proverbios 8,22-31; Salmo 8; Romanos 5,1-5; Juan 16,12-15
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
La iniciativa le corresponde al Padre, quien es Amor y en su acción de amar ofrece y envía a su Hijo, Jesus.
Hoy es celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad. Su presencia en la historia de la salvación es parte central de la revelación, especialmente en el Nuevo Testamento. Esta presencia trinitaria de Dios, más que una doctrina, es acción de Dios que nos muestra sus diferentes personas y como en ellas nos salva: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado presentes siempre en la historia de la humanidad y con su presencia, que es Amor y su acción que es amar, han convertido esta historia humana, en historia de salvación.
Por eso podemos hablar de una experiencia de preparación de esta revelación trinitaria en el Antiguo Testamento: “En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra,” así como también en otros pueblos y en la misma historia universal. En el Nuevo Testamento ya podemos encontrar una clara revelación de salvación trinitaria.
La iniciativa le corresponde al Padre, quien es Amor y en su acción de amar ofrece y envía a su Hijo, Jesus. Este Jesus es quien continúa amando tanto al Padre como a la humanidad, y es al que le corresponde la entrega y así encarna este amor: Viviendo, Muriendo y resucitando por nosotros.
Es el Espíritu Santo que hace su aparición como tercera persona, quien completa la trinidad: Este es enviado por Jesus de parte del Padre y, se queda con todos sus discípulos como principio de vida nueva, renovando y otorgando los dones y carismas necesarios para el crecimiento humano y comunitario de la misión y por lo tanto la iglesia.
Dios es comunidad, es familia. El mismo nos revela esta presencia y hoy no solo reflexionamos en ella, sino que la celebramos. Hoy traemos a nuestra memoria este misterio, que más que una realidad imposible de comprender, como se define en general “el misterio.” Es una realidad que podemos vivir como discípulos misioneros.
La invitación pues es hoy, a que vivamos como lo que somos: discípulos herederos de una historia de salvación, que nos ofrece la oportunidad de convertirnos en protagonistas de este Amor que no tiene límites y que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo han derramado en nosotros. Hoy renovamos el llamado trinitario a ser discípulos de Jesus y a llevar la buena del Reino de Padre en el poder del Espíritu santo.