Predicando Mision

San Esteban, Mártir - 26 de diciembre, 2018

Written by Equipo MISSIO | Dec 24, 2018 4:45:26 AM

 

No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu del Padre  

Reflexiones sobre las lecturas de San Esteban, Mártir (26 de diciembre, 2018): Hch 6,8-10; 7,54-60Salmo 30Mt 10,17-22 

MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.

Ayer celebramos la natividad de Jesus con alegría, hoy somos testigos de la muerte del primer mártir de la Iglesia. 

Parecería que, en el espíritu de gozo y alegría de la navidad, la fiesta de San Esteban, esta como fuera de lugar. La navidad es la fiesta donde la vida y la luz renacen, una fiesta que irradia sentimientos de serenidad, paz y convivencia. Entonces ¿Por qué presentar una muerte con tantán violencia, el siguiente día? 

 El libro de los hechos de los apóstoles nos presenta a Esteban como un “hombre lleno de fe y de Espíritu Santo” él fue elegido junto a otros seis para la atención a las viudas y los pobres en la primera comunidad cristiana de Jerusalén. El texto de hoy al relatar su martirio nos dice que después de uno de sus discursos, el cual desato la ira de los miembros del sanedrín, fue arrastrado fuera de las murallas de la ciudad y lapidado. Esteban en lecho de muerte, también pidió el perdón por sus asesinos, al igual que Jesus en la cruz. 

La fiesta del martirio de Esteban, en realidad está en sintonía total con el sentido profundo de la navidad. En el martirio Esteban nos revela que la violencia es vencida por el amor y la muerte por la vida. La Iglesia ve en los mártires, el nacimiento al cielo que brota con un sentido único del nacimiento de Cristo. Jesus transforma la muerte de sus más dignísimos discípulos, en luz de vida nueva y eterna.   

Nos unimos entonces hoy a las palabras expresada por el papa San Juan Pablo II al referirse a los mártires en su carta Tertio Millennio Adveniente: Por esto la Iglesia en todas partes deberá quedar anclada en su testimonio y defender celosamente su memoria. Pueda el Pueblo de Dios, corroborado en la fe por los ejemplos de estos auténticos campeones de cada edad, lengua y nacionalidad, traspasar con confianza el umbral del tercer milenio. Que la admiración por su martirio se conjugue, en el corazón de los fieles, con el deseo de poder, con la gracia de Dios, seguir su ejemplo en caso de que las circunstancias lo exigieran.