¡Que tus fieles, Señor, ¡proclamen la gloria de tu reinado!
Reflexiones sobre las lecturas de la fiesta de San Bartolomé apóstol (24 de agosto, 2018): Ap 21,9b-14; Salmo 144; Jn 1,45-51
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Hoy celebramos la fiesta del apóstol Bartolomé, conocido también como Natael, uno de los discípulos de Jesus.
Basados en los evangelios y en los hechos de los apóstoles, podemos decir que él estuvo presente en pentecostés, también como nos muestra Juan en las lecturas de hoy, fue llamado a conocer a Jesus por medio de Felipe y, podemos afirmar que él fue testigo de la ascensión del Señor. La historia nos indica que su espíritu misionero lo llevo a la India y Armenia para pasar la alegría del evangelio que el recibió al conocer y vivir con Jesus, es por eso por lo que la Iglesia de Armenia lo considera uno de sus santos patronos.
Cada vez que celebramos a los primeros apóstoles, debe ser para nosotros una oportunidad de renovar el espíritu misionero, la fuerza del inicio, la vitalidad y novedad que a veces en caminar del tiempo se pierde. También la fiesta de San Bartolomé debe llevarnos a una reflexión acerca de la vocación, tanto personal como comunitaria. Este llamado a todo cristiano a vivir y servir debe ser hoy reflexionado y celebrado con profundidad y amplitud para constituirnos en Discípulos misioneros parte de una Iglesia en salida.
Jesus a través de Bartolomé, nos invita a ser evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no solo con palabras, sino sobre todo con una vida que se transfigurado en la presencia de Dios. Discípulos misioneros impulsados, motivados y alentados por El Espíritu Santo que da sentido a la acción personal y comunitaria en una Iglesia en salida.
Que esta fiesta nos lleve a orar y trabajar para que el impulso misionero se renueve en este Espíritu que unión y lanzo a la misión a los primeros apóstoles y que es y ha sido el alma de la comunidad eclesial. Porque ninguna otra motivación será suficiente si no arde en nuestros corazones el fuego del Espíritu para llevar buena nueva que se concreta en una espiritualidad que transforma el corazón y se concreta en acciones pastorales con un fuerte compromiso de transformación social.