La Iglesia se iba multiplicando
Reflexiones sobre las lecturas para San Atanasio de Alejandría, Obispo y doctor de la Iglesia (memorial) (2 de mayo, 2020) : Hch 4,23-31; Salmo 2; Jn 3,1-8
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
San Atanasio puede ser considerado como un modelo de discípulo misionero...
Celebramos hoy la memoria de San Atanasio de Alejandría, padre de la Iglesia considerado como uno de los grandes maestros de la Iglesia antigua, llamado “la columna de la Iglesia” por San Gregorio Nacianceno obispo y teólogo de Constantinopla. San Atanasio puede ser considerado como un modelo de discípulo misionero para todo la Iglesia. Su estatua junto a las de San Ambrosio, San Juan Crisóstomo y San Agustín, forma parte de los cuatro santos doctores que acompañan la catedra de San Pedro de la basílica vaticana.
San Atanasio nació, probablemente en Alejandría. Fue secretario de San Alejandro, obispo de esta ciudad. Como su colaborador, San Atanasio, participo en el concilio de Nicea. El primer concilio de carácter ecuménico convocado por el emperador Constantino en mayo del 325. La razón principal de este concilio fue asegurar la unidad de la iglesia frente a la herejía Arriana, predicada por Arrio, un presbítero de Alejandría.
Dicha Herejía que reducía a Jesus a una criatura “intermedia” entre Dios y el ser humano puso en riesgo la fe en él, como Dios y hombre. En contraste con esta realidad, San Atanasio es el teólogo del de la encarnación del “logos” el verbo de Dios “que se hizo carne y puso su morada entre nosotros.” (Juan 1, 14)
En el concilio de Nicea, los obispos reunidos respondieron a la realidad de ese momento redactando el “símbolo de la fe” que, completado en el concilio de Constantinopla, ha quedado en la tradición de las diversas confesiones cristianas como el credo niceno-constantinopolitano. Texto fundamental que describe nuestra fe como Iglesia y que todavía proclamamos en la celebración eucarística.
A la muerte de San Alejandro, San Atanasio fue su sucesor como obispo en Alejandría. A pesar de que el concilio de Nicea había afirmado con claridad que el hijo de Dios es de la misma substancia del Padre, San Atanasio enfrento una situación compleja en la Iglesia de la época en la cual fue perseguido, especialmente por los arrianos, a tal grado que se vio obligado a abandonar su ciudad muchas veces.
En estas circunstancias San Atanasio tuvo la oportunidad de compartir con los monjes que vivían en el desierto de Egipto, entre ellos estaba San Antonio Abad, quien con su fuerza espiritual fue la persona más importante que apoyo su fe. San Atanasio de Alejandría y San Antonio Abad nos han dejado grandes enseñanzas y un gran testimonio de servicio a Dios a través de su fe. Pidamos en este tiempo de pascua que, a través de ellos, de sus enseñanzas y su ejemplo nosotros podamos también reafirmar nuestro discipulado en la Iglesia y realidad de hoy.