Dios no quiere que nadie se pierda
Reflexiones sobre las lecturas de San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia - (7 de diciembre 2021): Is 40,1-11; Salmo 95; Mt 18,12-14
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Hoy muchas veces andamos como esa oveja perdida del evangelio, no logramos ver y entender quién es nuestro pastor y nuestro rebaño.
Nos encontramos en la segunda semana de adviento y en la celebración de la memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia. Las lecturas de la liturgia de este día nos dan una buena noticia, nos anuncian una etapa nueva que está por llegar, un tiempo de liberación, tiempo de escucha y sin tinieblas, tiempo para Jesus nos encuentre. Un tiempo de luz y salvación. Donde la fé juega un rol importante para hacer que todas estas cosas pasen.
En la primera lectura del Libro de Isaías, nos encontramos en el capítulo 40, con el llamado segundo Isaías, quien vivió en Babilonia entre los años 587-538 a. C. El profeta trae consolación y buenas noticias para Israel: Los oprimidos y los pobres volverán alegrarse en el Señor. Anunciando así, el término del reinado del opresor y del que busca el mal. Fortaleciendo así la esperanza de Dios siempre cumple sus promesas y su palabra es eficaz: Lo que dice hace.
El evangelio de Mateo en el contexto de la atención a los pequeños, Jesus relata “la historia de la oveja perdida.” Donde comenta que el pastor, a semejanza del Padre, teniendo noventa y nueve ovejas con él, las deja en la montaña para ir a buscar la oveja perdida. Pues el Padre “no quiere que se pierda ni uno solo de sus pequeños.”
Hoy muchas veces andamos como esa oveja perdida del evangelio, no logramos ver y entender quién es nuestro pastor y nuestro rebaño. Roguemos al Señor durante este adviento, que nos haga escuchar su voz. Preparémonos para recibirlo en este adviento, tiempo propicio para generar cambios en nuestra vida.
Hoy que celebramos la memoria de San Ambrosio, obispo y doctor de nuestra Iglesia; que, como discípulos misioneros, podamos retomar su ejemplo de oración y acción en su liderazgo y en el servicio, su celo por preparase mejor, especialmente en el conocimiento de la Palabra de Dios, para servir mejor a su comunidad. Que, junto con él, podamos proclamar una de sus frases frecuentes: “Cristo es todo para nosotros,” y caminemos en este tiempo de preparación al encuentro del Dios niño. Bienaventurados los que esperamos en él.
