Ustedes son la luz del mundo, ustedes son la sal de la tierra
Reflexiones sobre las lecturas del quinto domingo del tiempo ordinario (9 de febrero, 2020): Isaías 58,7-10; Salmo 111; 1 Corintios 2,1-5; Mateo 5,13-16
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Las parábolas de la sal y de la luz, dirigidas a quienes habían escuchado las bienaventuranzas, señalan el valor de las obras en favor del prójimo y la comunidad. También indican la tarea de todos y cada uno de los miembros de la Iglesia.
En el evangelio de Mateo Jesus, les dice a sus discípulos que deben ser sal, luz y ciudad puesta en lo alto de monte. Estas tres imágenes que Jesus comparte nos deben invitar a reflexionar sobre la misión que como discípulos tenemos: Ser sal y luz del mundo
Si somos la sal y luz de la tierra, hoy debemos retomar tal afirmación y cuestionarnos:
¿Qué necesitamos hacer para seguir siendo sal y luz para el mundo hoy?
¿Qué debemos hacer para no convertirnos en sal insípida o luz encerrada en una vasija?
Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de la vida personal y no ser protagonistas de cambios en la vida social y nacional. No podemos ser sal y luz del mundo sin preocuparnos de la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos.
El papa Francisco nos pregunta en su exhortación apostólica La alegría del evangelio ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de San Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Y añade: Ellos no podrían aceptarlo. Una autentica fe, que nunca es cómoda e individualista, siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar mejor detrás de nuestros pasos por la tierra.
Si bien “el orden justo de la sociedad y del estado son una tarea principal de la política,” la Iglesia “no puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia.” De eso se trata porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta a una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser signo de esperanza que brota del corazón amate de Jesucristo. (EG #183)
Jesús, que nos has invitas a compartir la Buena Nueva del Padre con la fuerza del Espíritu Santo; haz que tus discípulos misioneros seamos protagonistas de los valores de amor y servicio del Evangelio y así seamos efectivamente “sal y luz de la tierra” Te lo pedimos con la mirada puesta en los valores del reino del Padre y nuestra presencia activa en el mundo. Amen.