El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores
Reflexiones sobre el quinto domingo de pascua (10 de mayo, 2020): Hechos 6,1-7; Salmo 32; 1 Pedro 2,4-9; Juan 14,1-12
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Al leer o escuchar las lecturas de hoy, también nos damos cuenta de que, a través de ellas, hay una invitación...
Las lecturas de este quinto domingo de pascua nos cuentan como la primera comunidad se organizaba para responder a su propia realidad, también nos habla sobre el sacerdocio real que ejercemos como pueblo de Dios y que estamos llamados a compartir, en el servicio unos con otros. Finalmente, Jesus, quien ahora esto, en el evangelio, nos afirma y recuerda que él es el camino, la verdad y la vida y nos invita a ir al Padre a través de él. La comunidad cristiana ira entendiendo que Jesus, el sacerdocio y el servicio son parte fundamental de la Iglesia.
Al leer o escuchar las lecturas de hoy, también nos damos cuenta de que, a través de ellas, hay una invitación a estar atentos a la comunidad, de sus realidades y situaciones. Este mensaje se vuelve supremamente importante hoy en medio de un mundo que sufre los efectos de una pandemia. Hoy cuando físicamente estamos lejos, unos de los otros, es cuando más que nunca Jesus y su comunidad necesita estar cerca, necesita “la proximidad,” una cercanía que más que física, sea desde el corazón.
En una sociedad que ya estaba enferma de individualismo y herida de anonimato, la pandemia del COVID-19 nos está trayendo mucho más dolor, necesidades y muerte. Los cristianos hoy necesitamos practicar más nunca el “arte del acompañamiento” para que como el Papa Francisco nos dice: “todos aprendan a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro” (EG #169)
Los discípulos misioneros frente a esta realidad necesitamos una actitud y un ritmo sanador, una mirada respetuosa y llena de compasión que responda no solo para remediar las necesidades físicas, sino que sane, libere y ayude a otros a través de “esta proximidad de corazón” a recuperar fuerzas y esperanzas. Un acompañamiento de unos con los otros. Un ejercicio sacerdotal de servicio a semejanza de la primera comunidad.
Pidamos hoy a Jesus quien es el camino, la verdad y la vida y nos llama a retomar su misión, que podamos responder a este llamado y ser la Iglesia en salida que tiene una mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante la realidad del otro cuando es necesario y junto al salmista digamos: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.”