¡Ven, señor Jesus! ¡Ven, que te esperamos!
Reflexiones sobre las lecturas del Primer domingo de adviento (29 de noviembre, 2020):Isaías 63,16b-17.19b; 64,2b-7; Salmo 79:1 Corintios 1,3-9; Marcos 13,33-37
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
¿Cómo nos preparamos para esta venida del Señor?... Este es un llamado de unidad...
Hoy comienza el adviento y nuestra preparación como discípulos para recibir a Jesus y la alegría de su evangelio. En el radica la esperanza de la salvación personal y comunitaria. Así como también la restauración final de toda la creación y la vida plena con Dios
¿Cómo nos preparamos para esta venida del Señor?
La primera lectura nos deja escuchar la voz del Profeta Isaías exclamando: ¡Pero si tú eres nuestro Padre! en medio de una realidad de pobreza y desanimo después del destierro de Israel en Babilonia; en medio de una comunidad dividida por la vivencia de la fe entre los que se quedaron y los que vivieron el destierro. Este es un llamado de unidad del profeta a revivir la fe y renovar la esperanza con la Palabra de Dios.
En la segunda lectura, Pablo reconoce las maravillas que Dios ha obrado entre los corintios y su fidelidad a Cristo. El les aseguró que “el Señor los mantendrá firmes hasta el final”
El evangelio de Marcos nos invita a que “¡Estemos atentos!” que es en la vida diaria en que nos preparamos para la llegada del Señor. Son las acciones de cada día con las que nos van preparando. Que en este adviento en medio de la pandemia del COVID-19, sus consecuencias y cualquier otra situación que nos preocupe, recuperemos y fortalezcamos nuestra esperanza, como virtud esencial de nuestro discipulado y que sea este un signo también de esperanza para otros.
Que como Isaías nos invita podamos relacionar esta esta esperanza con la transformación de nuestras relaciones en la comunidad y sociedad en búsqueda de vivir como hermanos, en la construcción de un mundo formado por hijos e hijas de Dios.
Que Pablo nos ayude hoy a entender la iglesia como una institución humana, enriquecida por los dones de Dios. Quien nos ofrece siempre su presencia para que seamos signo de él, en el mundo y alcancemos la meta final: llegar encuentro con Jesus vencedor del pecado y la muerte.
Que hoy podamos retomar el llamado de Marcos a estar atentos. Que la esperanza nos recuerde que la muerte no tiene la última palabra. Que junto al salmista podamos proclamar hoy: ¡Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve!
