Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Reflexiones sobre las lecturas de Pentecostés - (5 de junio 2022): Hechos 2,1-11; Salmo 103; 1 Corintios 12,3b-7.12-13; Juan 20,19-23
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
La fiesta de Pentecostés hoy nos pone en el corazón mismo de la experiencia cristiana. Una experiencia de encuentro...
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.” La fiesta de Pentecostés irrumpe en la historia de la salvación inaugurando una nueva etapa: De ahora en adelante la Palabra de Dios, que es la buena nueva de Jesus, Buena nueva que da alegría y trae esperanza; gracias a la fuerza del Espíritu, será pronunciada una y otra vez en diversas lenguas y será encarnada en todas las culturas. El don del Espíritu Santo, que la Iglesia recibe, La llena del dinamismo de salida y la capacita para ir gozosamente más allá de las periferias de lo conocido por los discípulos.
El evangelista Lucas nos relata que todo esto sucedió en Pentecostés, una fiesta también conocida en Israel como la fiesta de las semanas o de la cincuentena, dicha celebración se realizaba siete semanas después de la pascua, para dar gracias a Dios por la cosecha. El judaísmo transformo esta festividad, años más tarde, dándole una dimensión totalmente religiosa y entonces paso a ser la memoria de la ley recibida en el Sinaí como resultado de la liberación del pueblo de Israel en Egipto.
La fiesta de Pentecostés hoy nos pone en el corazón mismo de la experiencia cristiana. Una experiencia de encuentro: Primero, un encuentro personal con Jesus, que nos lleva a descubrir el Amor de Padre y segundo un encuentro con los otros que han tenido una experiencia similar. Para que reunidos en oración y acción recibamos el Espíritu Santo y que este nos impulse a salir de nosotros mismos y nos transforme en comunicadores de las grandezas de Dios. El Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar el evangelio con nuestra vida, con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso contracorriente. (EG #259)
Pidamos juntos a Jesus, que en esta celebración de Pentecostés, venga el Espíritu Santo y nos renueve. Él quiere evangelizadores que anuncien la Buena Nueva no solo con palabras sino, sobre todo con una vida que se ha trasfigurado en la presencia de Dios. Evangelizadores que oran y trabajan abiertos sin temor a la acción del mismo Espíritu quien los impulsa, motiva, alienta y da sentido a todo lo que hacen.