Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá
Reflexiones sobre las lecturas de la visitación de la Virgen Maria (31 de mayo, 2019): Sof 3,14-18; Interleccional IS 12; Lc 1,39-56
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
La Iglesia celebra hoy la visita de la virgen Maria a Santa Isabel, en este encuentro Maria proclama el conocido canto del magníficat. Canto que se nos refleja la espiritualidad de Santa Maria, una joven que conoce sus límites, pero que a la vez confía en la misericordia de Dios. Ella le ora a Dios quien se aleja de los poderosos y se hace cercano de los pobres, los humildes y hambrientos. Maria nos ayuda a entender con su canto del magníficat esta dimensión de Dios que es misericordia y liberación.
El magníficat es también, el canto por excelencia del que hace memoria de la intervención de Dios en la historia personal y comunitaria, convirtiéndola en historia de salvación. Este es el canto del que confía en esta intervención divina y sabe que “Dios es el Señor todo poderoso que ha hecho obras grandes por él, su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”
Nosotros como discípulos misioneros estamos llamados a releer este canto de liberación para que al igual que Maria, podamos salir de nosotros mismos y lanzarnos a ser un “Iglesia en salida” Una Iglesia que es solidaria con el que sufre, que va más allá de sus propios límites. Una Iglesia que confía en el Dios de la historia, que va de la mano con nosotros para transformarlo todo.
El canto del Magníficat debe resonar en nuestra vida personal y comunitaria, ayudándonos a ver nuestro discipulado en clave de misión y a aceptar el papel mediador de Maria para pedirle que venga también a visitarnos y como Madre del evangelio viviente y madre de la evangelización e quede con nosotros.
Que el Espíritu Santo venga con un pentecostés renovador que nos lance a una nueva etapa evangelizadora. Que junto con nuestra Madre Maria proclamemos las grandes obras que Dios realiza a través de nosotros. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia sea casa para muchos, especialmente de los que están en las periferias existenciales de nuestra sociedad. Que hoy como discípulos misioneros unidos a Maria, digamos con el salmista: “! ¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!”