“¡Aleluya, aleluya, aleluya!”
Reflexiones sobre las lecturas de La Vigilia Pascual (31 de marzo):Gen 1, 1 – 2; 2 Sal 103; Gn 22, 1-18; Sal 15; Ex 14, 15 – 15, 1; Interleccional: Ex 15, 1-2.3-4.5-6.17-18; Is 54, 5-14; Sal 29; Is 55, 1-11; Interleccional: Is 12, 2-3.4.5-6; Bar 3, 9-15.32 - 4,4; Sal 18; Ez 36, 16-28; Sal 41; Rom 6, 3-11; Sal 117; Mt 28, 1-10
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
La vigilia pascual es la celebración por excelencia, la liturgia de la liturgias, una celebración llena de significado y simbolismo que nos une a la memoria histórica del pueblo de Dios, que es nuestra historia de salvación.
En esta celebración hacemos un viaje en el tiempo humano (Cronos) para integrarlo en el tiempo de Dios (kairos) creando así un espacio y tiempo único, donde los limites humanos se encuentran con la eternidad y la omnipotencia de Dios. Donde podemos percibir, observar y meditar este encuentro y celebrarlo alrededor de la figura de Jesus: Dios y Hombre; que venció la muerte y con su resurrección, nos doy vida.
Hoy toda esta profunda y bella celebración: La bendición del fuego, la proclamación de la resurrección, la liturgia de la palabra, la liturgia bautismal, y la liturgia eucarística nos hace uno con todos los cristianos del mundo, de todos los tiempos y con todos ellos retómanos y renovamos la misión de Jesus, para llevar al mundo un mensaje siempre nuevo de salvación. Dios es capaz de hacer surgir la vida, aun desde la muerte, hoy en esta fiesta culmen podemos lanzarnos al mundo con esperanza y alegría, porque creemos en Cristo, resucitado y este nos lanza a transformar la oscuridad en luz, la guerra en paz, el odio en perdón, la indiferencia en solidaridad y justicia.
Hoy podemos decir junto con el Papa Francisco que la resurrección de Jesus no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado en el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Esta es la fuerza de la resurrección y cada uno de los evangelizadores es un instrumento de ese dinamismo. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea El quien haga fecundos nuestros esfuerzos como Él le parezca. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos! (EG #275-280)
