Reflexiones sobre las lecturas de La transfiguración del Señor - (6 de agosto 2022): Dn 7,9-10.13-14; Salmo 96; 2Pe 1,16-19; Lucas 9, 28b-36
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Jesus nos invita a ser testigo de su transfiguración, de su gloria y a la vez de su pascua. Dos etapas de una misma verdad...
¡Es el día de la transfiguración!: la presencia de Moises y Elias, la reflexión acerca de la ley y los profetas, la presencia de la luz como signo divino, la oración como motivación principal “para subir la montaña,” la presencia de la nube, el deseo de Pedro de construir tres tiendas y en especial “esa voz” que dijo, al referirse a Jesus: “Este es mi hijo elegido, escúchenlo, de seguro oriento y fortaleció la fe y con ello el proceso de discipulado de los que acompañaron, sus discípulos más cercanos: Pedro, Juan y Santiago.
Encontrarse y reconocer que Jesus es el hijo de Dios, el elegido, “el Mesías.” Tomar la decisión personal de seguirlo y ser su discípulo, para luego retomar su misión, junto con otros que han tenido la misma experiencia es nada menos que el camino recorrido por cada discípulo misionero. Los discípulos, que acompañaron a Jesus montaña arriba, había recorrido ese camino, pero Jesus reconoce que durante este camino los discípulos deben enfrentar muchos retos: Cansancio, falsas expectativas, desanimo, miedo, frustración, persecución, desacuerdos y peleas internas, desorientación en la misión, etc.
Es por eso, por lo que Jesus invito a sus discípulos y ahora nos invita nosotros a ir montaña arriba con él, nos invita a ser conscientes de la historia de salvación de la cual somos parte, una historia en la que muchos han colaborado y participado; asegurando, afirmando y clarificando con sus acciones, un legado del cual hoy somos herederos.
Jesus nos invita a ser testigo de su transfiguración, de su gloria y a la vez de su pascua. Dos etapas de una misma verdad: Jesus hijo de Dios: Salvador y Señor nuestro. Hoy su transfiguración nos trae un mensaje central de parte del Padre para que escuchemos a Jesus, porque él es su hijo, el elegido. Escuchar a Jesus es la centralidad de este pasaje y es por eso por lo que debemos celebrar.
Escuchar a Jesus, también implica “poner un oído” en la realidad en que se vive la fe. Para poder descubrir los retos y los dones en la vida y poder responder mejor a lo que esta realidad plantea y así iluminarla con la luz de la palabra de Dios.
Vamos entonces celebremos la transfiguración y al celebrarla comprometamos como discípulos misioneros a llevar la experiencia de Jesus: Dios y salvador a las periferias de nuestra existencia. Especialmente a donde más la necesiten.