El Poderoso ha hecho obras grandes por mí
Reflexiones sobre las lecturas de la asunción de la Virgen Maria (15 de agosto, 2019): Ap 11,19a, 12,1.3-6a.10; Salmo 44; 1Cor 15,20-27a; Lc 1,39-56
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Exactamente a la mitad del mes de agosto celebramos la asunción de Maria, madre de Jesus. Ella como primera “cristiana” debería ser la primera en llegar de nuevo hasta Jesus. La iglesia ha querido celebrar en ella, la esperanza de nuestra fe y de nuestra vida. Una vida que, si bien pareciera que llega a su final con la muerte, tiene una vida más allá de esta. Una vida que es una promesa que sabemos que se cumple y que celebramos con fe aquí y ahora en Maria madre de Jesus y madre nuestra.
Maria, es un icono para la Iglesia y la liturgia de la palabra nos trae en esta celebración textos del nuevo testamento, que junto al salmo 44 nos comparten elementos para nuestra reflexión como discípulos misioneros. La primera lectura del libro del apocalipsis nos ofrece un relato rico en simbología, representado en el combate frontal entre la supuesta debilidad de una mujer a punto de dar a luz y la crueldad “del dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas.”
¡Y nace el niño! ¡El cual está destinado a gobernar con vara de hierro el mundo! Entonces, la mujer supuestamente débil, es capaz “de arrebatar el niño y salvarlo de semejante fiera, para llevarlo junto al trono de Dios. Esta lectura entre muchos detalles que podemos encontrar nos muestra el alto influjo de la persona de Maria en las primeras comunidades y de la presencia del rol femenino en la fe de los primeros cristianos.
La lectura de la primera carta a los Corintios nos presenta una bella reflexión de Pablo acerca de la resurrección de Cristo y como todos aquellos que viven en Cristo y mueren en Cristo, también resucitaran en Cristo.
En el Evangelio de Lucas, Maria con su visita a su prima Isabel y el cantico del magníficat anima nuestra esperanza para que renovemos nuestro compromiso de ser una Iglesia en salida e ir a las periferias existenciales de nosotros mismos, para hacer lo que Dios quiere de nosotros: Ser protagonistas de la transformación del mundo. Pero sobre todo Maria hoy nos anima a la alabanza y acción de gracias. Nos invita a mirar la realidad con otros ojos para poder descubrir la presencia de Dios. Maria hoy nos invita proclamar con gozo las grandezas del Señor.