Alzaré la copa de salvación, invocando el nombre del Señor
Reflexiones sobre las lecturas de El Santísimo cuerpo y sangre de Cristo (Corpus Christi) - (6 de junio 2021): Éxodo 24,3-8; Salmo 115; Hebreos 9,11-15; Marcos 14,12-16.22-26
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Encarnemos en esta celebración la misión de Jesus, quien fue enviado por el Padre con la buena noticia del Reino y se entregó a la muerte por nuestra salvación, resucito y...
Compartir los alimentos en la mesa es signo profundo de intimidad y confianza. La comida y la bebida es también signo de fiesta y celebración en muchas culturas. Para los judíos comer en familia es hacer memoria, es recordaba la presencia salvadora de Dios, especialmente durante la celebración de la cena de pascua, la cual recuerda la liberación del pueblo de la esclavitud en Egipto. Jesus, en la última cena con sus discípulos, en un acto de amor, entrega y servicio se queda con nosotros sacramentalmente en las especies del pan y del vino. Un hecho histórico, significativo y real para nuestra fe católica.
Histórico, pues podemos encontrar algunas pistas de este hecho en el tiempo, la cena de celebración de la pascua entre Jesus y sus discípulos, es hecho histórico.
Significativo, pues Jesus escogió, el momento propicio de la celebración de la pascua judía y en ella, tomo el pan y el vino; dándole unidad y sentido al gesto, utilizo palabras que ahora conforman el rito de la consagración en la eucaristía.
Real, pues por medio de las palabras que Jesus pronuncio en la cena de Pascua, ahora son retomadas por la liturgia y pronunciadas por el sacerdote. Así ella, el pan y el vino se convierten en verdadero cuerpo y verdadera sangre de Cristo.
Encarnemos en esta celebración la misión de Jesus, quien fue enviado por el Padre con la buena noticia del Reino y se entregó a la muerte por nuestra salvación, resucito y subió al cielo y quiso quedarse entre nosotros eucarísticamente en la forma de pan y vino; Para acompañarnos en nuestra acción misionera.
Al comulgar con Jesus, pan de vida, retomemos la dinámica misionera que él nos dejó, permitiendo que el Espíritu Santo actúe en y por nosotros. Dejémonos orientar por su presencia. Convirtámonos en “otros Cristo” en la realidad donde vivimos. Permitiendo que, por medio de nuestras acciones y nuestra voz, Jesus y su mensaje se hagan presente en el mundo hoy. Lancémonos a vivir el amor fraterno con el prójimo, hasta permitir que la comunión con Jesus y nuestros hermanos, traigan frutos de justicia y paz. “seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!” (AE#109)
