¡Viva el hijo de David! ¡bendito el que viene en nombre del Señor!
Reflexiones sobre las lecturas del Domingo de ramos de la pasión del Señor. - (28 de marzo 2021): Isaías 50,4-7; Salmo 21; Filipenses 2,6-11; Marcos 14,1-15,47
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Entramos en “la semana mayor” y “el triduo pascual” es la concentración de esta celebración pascual, y la vigilia pascual es el momento culminante: ¡Cristo vence a la muerte! La muerte no pudo frente a la vida; ¡la luz venció la oscuridad!
Llegamos al comienzo de la semana santa. Varias preguntas surgen para nuestra reflexión. Algunas de ellas a lo mejor nos hacemos cada año, pero en el contexto que vivimos se vuelven preguntas que nos pueden orientar hacia donde debemos orientar la vida: ¿Cómo vivir esta semana mayor de manera especial y que nos acerque a Dios un paso más? ¿Cómo refleja nuestra realidad personal, familiar y social la presencia del Reino de Dios? ¿Qué nos ha enseñado la Pandemia del COVID-19 a un año de ella?
Entramos en “la semana mayor” y “el triduo pascual” es la concentración de esta celebración pascual, y la vigilia pascual es el momento culminante: ¡Cristo vence a la muerte! La muerte no pudo frente a la vida; ¡la luz venció la oscuridad! Hoy domingo de ramos comenzamos la celebración de una fiesta que, también fue heredada y recreada por los israelitas nómadas como fiesta del cordero pascual y después retomada por otras generaciones de israelitas sedentarios como fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y reactualización de la pascua, su salida de Egipto, piedra angular de la identidad del pueblo de Israel. Y que finalmente los cristianos adoptaron y adaptaron como la fiesta de la resurrección de Cristo.
San Pablo nos lo recuerda hoy en la carta a los filipenses: “Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.” ¿Cómo permitimos que la pasión y muerte de Jesus nos lleve a la esperanza de su resurrección?
“Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás” Que con la presencia de Jesus resucitado, quien, a través de su vida, pasión muerte y resurrección nos ha salvado, podamos convertir nuestra vida y discipulado con una disposición de escuchar, de no resistirnos y no echarnos atrás por nada.
¡Gloria, alabanza y honor! Gritad: “¡Hosanna!’, y haceos como los niños hebreros al paso del redentor. ¡Gloria y honor al que viene en el nombre del Señor! Amen (De la liturgia de las horas)