Predicando Mision

Domingo 8 tiempo ordinario - 3 de marzo, 2019

Written by Equipo MISSIO | Feb 25, 2019 4:48:56 PM

 

El árbol se conoce por sus frutos 

Reflexiones sobre las lecturas del domingo 8 tiempo ordinario (3 de marzo, 2019): Eclesiástico 27,4-7; Salmo 91;  Corintios 15,54-58; Lucas 6,39-45

MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.

El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar. 

Este domingo 8 del tiempo ordinario, con el miércoles de ceniza por llegar, pareciera que nos prepara para entrar en el tiempo de cuaresma. Un tiempo donde la ortodoxia (la opinión correcta -doctrina- la teoría- conocer- decir) y la ortopraxis (La práctica correcta- ser- hacer) se encuentran para guiarnos en este tiempo especial de reflexión y preparación.  

En este ámbito podemos afirmar que a las personas se les conoce por sus acciones, sin embargo, debemos distinguir las acciones de la persona. La persona es única y su valor, se basa en esa dignidad de ser persona. Por otro lado, debemos entender la diferencia entre nuestra ortodoxia (lo que conocemos) y nuestra ortopraxis (lo que hacemos) ya que ambas tienen conexión entre sí, especialmente en nuestras acciones y nuestras palabras. 

Los discípulos Misioneros, somos eso, discípulos de Jesus e hijos de Dios, este es nuestro ser básico en relación a nuestra fe. Entonces, si afirmamos esto, nuestras acciones deben concretar nuestro ser cristiano ya que “no hay árbol bueno que de mal fruto” (Lc 6, 43) ya que también de la abundancia del corazón habla la boca.  

El mensaje de Jesus por medio de la liturgia de la palabra en este domingo 8 del tiempo ordinario, es una invitación y motivación a encontrarnos con nosotros mismos, descubrir quienes somos y mostrarlo a los demás. También es un recordatorio que, como Discípulos misioneros en marcha, estamos cotidianamente compartiendo lo que somos y lo que creemos. Y que debemos procurar que cada vez mas nuestra acciones y palabras estén reflejen lo que creemos y anunciamos.  

En la medida en que nos conozcamos mejor a nosotros mismos y nos enriquezcamos como personas, nuestra actitudes y acciones serán buenas para nosotros y para las personas a nuestro alrededor.  Así nuestra persona y acciones presidirán nuestras palabras, dándoles a estas, más fuerza y sentido. Llevando el mensaje de una manera más coherente y por tanto más efectivo. 

Llevemos este mensaje a las periferias con la fuerza de lo que somos, de lo que creemos, hacemos y decimos; para esta acción misionera llegue con coherencia y seamos protagonistas de la construcción del Reino de Dios aquí y ahora.