Porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca
Reflexiones sobre las lecturas del Domingo 8 tiempo ordinario - (27 de febrero 2022): Eclesiástico 27,4-7; Salmo 91; 1 Corintios 15,54-58; Lucas 6,39-45
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
El mensaje de Jesus por medio de la liturgia de la palabra en este domingo es una invitación y motivación a encontrarnos con nosotros mismos...
“El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar.” Este domingo 8º del tiempo ordinario, con el miércoles de ceniza que está por llegar, pareciera que nos prepara para entrar en el tiempo de cuaresma. Un tiempo donde la ortodoxia (la opinión correcta -la recta doctrina- el conocer y el decir) y la ortopraxis (La práctica correcta- que se concreta en lo que somos y hacemos: Acciones y proyectos que transforman la realidad de acuerdo con lo que creemos) se encuentran para guiarnos en este tiempo especial de reflexión y preparación.
Los discípulos Misioneros, somos, discípulos de Jesus e hijos de Dios, esto es lo fundamental y lo que fortalece nuestra fe. Si esto es así entonces, afirmamos que, nuestras acciones deben concretar nuestro ser cristiano ya que “no hay árbol bueno que de mal fruto” (Lc 6, 43) ya que también de la abundancia del corazón habla la boca.
El mensaje de Jesus por medio de la liturgia de la palabra en este domingo es una invitación y motivación a encontrarnos con nosotros mismos, descubrir quienes somos y, en base a lo que somos y creemos lanzarnos a la misión de llevar la buena nueva de Jesus con palabras y hechos. También es un recordatorio que, como Discípulos misioneros estamos en marcha cotidianamente compartiendo lo que somos y lo que creemos. Esto es lo que llamamos la misión permanente. Así que este mensaje nos motiva y reafirma que cada vez más nuestra acciones y palabras deben reflejar lo que creemos y anunciamos.
En la medida en que nos conozcamos mejor a nosotros mismos, fortalezcamos nuestra relación con Jesus y nos crezcamos como personas, nuestras palabras, actitudes y acciones serán de gran efecto para nosotros mismos y para las personas a nuestro alrededor. Así seguiremos el ejemplo de Jesus; a quien su persona y acciones les presidian a sus palabras, dándoles a estas, más fuerza y sentido. Llevando así, el mensaje de una manera más coherente y por tanto más efectivo.
Llevemos este mensaje a las periferias con la fuerza de lo que somos, de lo que creemos, hacemos y decimos; para que esta acción misionera llegue con coherencia y seamos protagonistas de la construcción del Reino de Dios aquí y ahora.