Pedro, apóstol, y Pablo, maestro de los gentiles, nos han anunciado tu palabra, Señor
Reflexiones sobre las lecturas de la dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo (18 de noviembre, 2019): Hechos 28:11-16.30-31; Salmo 97; Mt 14:22-33
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
En la fiesta de la dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo, conozcamos un poco de su historia y tradición: La primera ubicada en el vaticano y edificada por el emperador Constantino sobre la tumba de San Pedro. Y, la segunda ubicada en la via Ostiense, importante carretera romana que comunicaba la ciudad con el puerto Ostia Antica, fue edificada originalmente por Constantino, y reconstruida por los emperadores Teodosio y Valentiniano.
En el siglo III, los cristianos comenzaron a darle culto litúrgico a los mártires, este culto comienza en las mismas tumbas, ó lo más cercano posible a ellas. Se celebraba la Eucaristía y si era posible, un testigo relataba la historia del mártir. Frente a la usencia de un testigo, se leían los escritos sobre el mismo. En el siglo IV, después de un periodo intenso de persecución para la iglesia, se comienza a levantar bellas basílicas en honor a estos mártires.
Aunque las tumbas de los mártires de los dos primeros siglos no se guardaron pues aun no les daba culto. Hubo dos excepciones: La tumba de San Pedro, crucificado, según la tradición y la tumba de San Pablo, quien murió decapitado y enterrado en la via Ostiense.
Con el Emperador Constantino, cesaron las persecuciones, entonces el Papa San Silvestre, le pide al emperador que construya una basílica sobre la tumba de San Pedro. Fue así como en el año 326, se realiza su dedicación. Esta basílica en la edad media paso a ser la catedral del mundo, ya que en ella se reunían los fieles de todas partes para las principales festividades del año litúrgico. El emperador Constantino, también, construyo una basílica más pequeña sobre la tumba de San Pablo, pero, fue el emperador Valentiniano, quien construyó una edificación más grande, sin tocar el altar primitivo, el cual se conserva hasta hora.
Su común conmemoración y fiesta litúrgica, es una invitación para toda comunidad eclesial, a renovar los esfuerzos misioneros y a pedir hoy la intercesión y compañía de estos dos apóstoles: “Sostén, Señor a tu Iglesia con la protección de los santos apóstoles Pedro y pablo, para que, así como por ellos fue iniciada en el conocimiento del evangelio, así también reciba, por su intercesión, la fuerza necesaria para su pleno desarrollo hasta el fin de los tiempos. Por nuestro señor Jesucristo, tu hijo.” (Oración de Laudes correspondiente a la fiesta)