Tanto nos amó Dios que nos dio a su hijo
Reflexiones sobre las lecturas el Cuarto domingo de cuaresma - (14 de marzo 2021): 2 Crónicas 36,14-16.19-23; Salmo 136; Efesios 2,4-10; Juan 3,14-21
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
El color litúrgico de este domingo es el rosado (usado por el sacerdote) este color nos recuerda el domingo Gaudete.
Llegamos al cuarto domingo de cuaresma. Domingo llamado litúrgicamente como domingo Laetare que quiere decir “alégrate” hoy se hace un alto en el espíritu penitencial de la cuaresma para centrarse en la alegría del Amor de Dios. El color litúrgico de este domingo es el rosado (usado por el sacerdote) este color nos recuerda el domingo Gaudete del adviento. No obstante, también se puede continuar usando el color morado de la cuaresma.
En las lecturas del antiguo testamento durante este tiempo de cuaresma se nos cuenta como el pueblo de Israel vivió su relación con Dios articulada en las diferentes alianzas. En el primer domingo vimos el pecado del pueblo. La fidelidad de Noe y la alianza de Dios con él y el universo entero. Una alianza cósmica.
El segundo domingo nos recordó la fe y esperanza de Abrahán, que termina en una alianza con él y la promesa de una descendencia innumerable, el tercer domingo vivimos la alianza de Dios con Moisés y su pueblo. Alianza que se suscribe a través de los mandamientos. Desde Moisés hasta Jesus esta alianza prevaleció. Fueron unos 13 siglos que pasaron y donde Dios se mantuvo fiel. Jesus fue enviado finalmente a revelar el sentido completo de la alianza y la misión a la que sus discípulos están llamados.
Es San Pablo, en la carta a los Efesios, quien hoy nos clarifica y nos habla del Dios misericordioso que nos salvó de la muerte por el pecado y nos envió a Jesus para darnos nueva vida, incluso a los que humanamente vemos sin esperanza. ¡Esta es la buena noticia de vivir junto con Cristo!
Finalmente es Juan, quien nos presenta el final del dialogo de Jesus con Nicodemo, un fariseo que lo reconoce como enviado de Dios. A este Nicodemo Jesus le explica de donde viene y para que: Todo surge del amor de Dios quien envía a su hijo único, con una misión única: Salvarnos.
“La palabra de Dios ya fue cumplida; el silencio de Dios está a la espera del amor de los hombres, y el quisiera que esa Palabra fuera recibida, y en comunión de amor por siempre fuera plenitud de su don que a todos diera. Amen. “(Liturgia de las horas)