A ti, Señor, levanto mi alma
Reflexiones sobre las lecturas de la Conmemoración de los fieles difuntos (2 de noviembre, 2020): Job 19,1.23-27a; Salmo 24; Fil 3,20-21; Mc 15,33-39–16,1-6
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Fijamos nuestra atención en los que en el camino de la vida se nos han adelantado; ¡Nuestros fieles difuntos!
Un día después de haber celebrado a los bienaventurados de Dios, los santos. Fijamos nuestra atención en los que en el camino de la vida se nos han adelantado; ¡Nuestros fieles difuntos! Hoy Enmedio de la pandemia del COVID-19 pensamos en las familias que han perdido sus seres queridos y los recordamos desde el corazón, donde la muerte física no puede quitarnos su presencia y donde el tiempo y el espacio se junta con la fe, la esperanza y el amor para crear un momento especial y orar en acción de gracias e intercesión a Dios por ellos y por su presencia en nuestras vidas personales y comunitarias; con la seguridad que están en la presencia suma del Amor.
Las lecturas de la liturgia de la palabra este día, nos conducen en esta conmemoración y reflexión, por medio del libro de Job, de la carta de Pablo a los Filipenses y del evangelista Marcos.
La lectura del libro de Job nos describe a su protagonista en medio del dolor, la humillación y el abandono. Job está seguro de que pronto morirá, por tanto, pide a sus amigos que escriban su testimonio de fe y hace una afirmación clara, firme y certera de que después de esta vida vera a Dios con sus propios ojos.
La segunda lectura del apóstol Pablo, quien es prisionero y también cercano a su muerte nos habla de la ciudadanía del cielo y de cómo nuestro cuerpo será transformado a semejanza del cuerpo glorioso de Cristo. Finalmente, el evangelio de Marcos nos presenta los detalles de la muerte y la resurrección de Jesus, dos momentos claves para la misión y cruciales para nosotros como discípulos del maestro. El significado de la cruz que era muerte, castigo y condenación es transformado por Jesus, al resucitar. La tumba vacía reafirma este triunfo y permite a los discípulos ser testigos del resucitado.
Recordemos y oremos hoy a nuestros muertos para que: Lejos de olvidarlos estén con nosotros. Para que también la fe que nos dejaron se renueve en este caminar. Oremos también para que las faltas que pudieron cometer sean perdonadas por un Dios Padre que los ama, un Dios Hijo que los ha salvado y un Dios Espíritu Santo que los ha santificado. Hoy es el día para desearles a nuestros fieles difuntos lo que este mundo no puede ofrecerles: ¡Una eternidad frente a Dios!