El Espíritu les recordará lo que les he dicho
Reflexiones sobre las lecturas del 6o domingo de pascua (26 de mayo, 2019): Hechos 15,1-2.22-29; Salmo 66; Apocalipsis 21,10-14.22-23; Juan 14,23-29
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
En este sexto domingo de pascua la liturgia de la palabra nos sigue presentando desde diferentes perspectivas la misión de llevar el mensaje a todo el mundo: Primero continúa contándonos con la historia de salvación de las primeras comunidades cristianas a través de los Hechos de los apóstoles. Segundo Juan desde el Apocalipsis nos comparte una visión sobre la nueva Jerusalén y en el evangelio, el mismo Juan, no vuelve a poner en el contexto de la ultima cena para dejarnos elementos importantes de la convivencia entre los discípulos misioneros, y de estos con el resto del mundo. Pasemos y veamos lo que cada lectura menciona nos trae hoy.
Los hechos de los apóstoles en la primera lectura no presentan la controversia entre los apóstoles y algunas personas de la comunidad que afirmaban que los no circuncidados no podía entrar al Reino de los cielos. Este texto nos deja ver como las primeras comunidades dieron la importancia necesaria a los procesos de escucha en momentos oportunos, por ejemplo, en los momentos que las cosas no están claramente definidas, en estas controversias este proceso tuvo claro que debía ser inclusivo tanto en lo cultural, como de diversidad de personas.
En la segunda lectura, el apóstol Juan nos presenta la visión sobre la nueva Jerusalén. Una nueva Jerusalén que reúne la tradición judía, que deja ver algunos rasgos fundamentales que se incrustan como columnas lo que surge como nuevo. La nueva Jerusalén que Juan nos describe no necesita el templo, pues el mismo Dios se hace presente ahí. Manifestando su gloria y poder en medio de los han lavado sus ropas en la sangre del cordero, Jesus resucitado.
Finalmente, en el evangelio, el mismo Juan nos ubica en un texto conocido como el discurso de despedida de Jesus, el cual tiene como contexto la última cena. En dicho texto Jesus deja claro un vínculo que será el sello entre sus discípulos y el y entre ellos mismos: El amor. A la misma vez Jesus sabe que no estará físicamente por mucho tiempo y entonces quiere que los discípulos también experimenten y estén seguros de que recibirán la fortaleza, la sabiduría y todos los dones necesarios para llevar adelante la misión, entonces les promete el Espíritu Santo. Animador y fortalecedor del proyecto del Reino.