Quien permanece en él, vive como él
Reflexiones sobre las lecturas de 5to. Dia de la octava de navidad (29 de diciembre, 2018): 1Jn 2,3-11; Salmo 95; Lc 2,22-35
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Llegamos al quinto día de la celebración de la navidad, una unidad de tiempo litúrgico llamada la octava de navidad.
Las lecturas de este día nos invitaran a continuar reflexionando en la presencia de Jesus en el mundo como el mesías esperado. Hoy recibiremos más detalles para que, como discípulos misioneros renovemos nuestra fe y así estemos mejor preparados para continuar compartiendo la alegría del evangelio.
La lectura de la primera carta del apóstol Juan, escrita a finales del siglo I d. C. nos recuerda que, si nos llamamos cristianos, discípulos de Cristo, debemos vivir como él vivió. Nos reafirma que hay una relación directa entre guardar su palabra y el desarrollo del amor en cada uno de nosotros hasta llegar a la plenitud de este.
¿Cómo podemos saber que caminamos hacia la plenitud del amor? “Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas.” Juan nos indica que uno de los frutos importantes y tangibles del seguimiento de Jesus es el amor al prójimo. Por lo tanto, en esta navidad vale la pena preguntarnos: ¿Estamos caminando hacia la plenitud del amor? ¿Caminamos en la luz o nos han cegado las tinieblas? ¿Cómo estamos en las relaciones con nuestros prójimos?
Simeón, un hombre justo y piadoso en Jerusalén aparece hoy, en el texto del evangelio de Lucas, dándonos testimonio también de quien es la luz, cuando se encontró en el templo, con el niño Jesus y sus padres Maria y Jose, y proclamar: "Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."
Simeón también profetiza que Jesus será signo de contradicción para los que se dejan cegar por las tinieblas del odio, de la violencia, del egoísmo, de la arrogancia. Él es el Amor de Dios con rostro humano, de tal manera que cada uno de nosotros somos rostro, presencia y sacramento de Dios.
Que este día nos encontremos en este templo con Jesus niño junto a Maria y Jose, para que, así como Simeón, después de reconocer en ese niño al Salvador, al Señor; vayamos con fe renovada a compartir la alegría de ese encuentro. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.