¡Es el Señor!
Reflexiones sobre las lecturas del 3er domingo de pascua - (3 de mayo 2022): Hechos 5,27b-32.40b-41; Salmo 29; Apocalipsis 5,11-14; Juan 21,1-19
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Que este tercer domingo de pascua, la fuerza y la bendición del resucitado llegue a cada uno y nos impulse a vivir la eucaristía como centro y culmen de nuestro discipulado.
Llegamos al tercer domingo de pascua. Las lecturas que vamos a leer/escuchar y meditar hoy están llenas de detalles alrededor del hecho de Jesus resucitado y la primera comunidad de discípulos. Hechos y detalles que nos ofrecen elementos fundamentales para nosotros y nuestro discipulado misionero hoy.
Primero, muchos de nosotros, asistimos a la misa como espectadores, al llegar buscamos un espacio vacío en las bancas (muchas veces en las de atrás) para sentarnos y “escuchar la misa” tan pronto termina, nos vamos para seguir la vida en familia, trabajo etc. A veces incluso vamos a misa simplemente para cumplir o mucho peor, vemos la religión y la misa como obligaciones que hay que cumplir, por cumplir. Hoy, en este tercer domingo de pascua Jesus quiere comunicarnos su fuerza nacida de la resurrección y su bendición que brota del amor del Padre en el Poder del Espíritu Santo.
Esta fuerza y bendición que lleva una alegría que llena el corazón, es a la vez una invitación a tomar la decisión de dejarse encontrar por el resucitado. “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor.” (EG # 3) Las Lecturas de la liturgia de hoy nos invitan primero a ser testigos activos de esta resurrección, testigos que se lanzan a la acción “Porque hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Segundo, estas lecturas nos invitan también, al reconocimiento y a la alabanza en el cielo, en la tierra y en todo lugar del señorío de Jesus muerto y resucitado. Y, tercero, también nos dejan la seguridad de que Jesus a Resucitado y que si oímos su voz y seguimos sus instrucciones sacaremos nuestras redes llenas y daremos más fruto; en fin encontraremos la razón de nuestra vocación y misión.
Que este tercer domingo de pascua, la fuerza y la bendición del resucitado llegue a cada uno y nos impulse a vivir la eucaristía como centro y culmen de nuestro discipulado. Que no nos quedemos solo como espectadores, sino que seamos protagonistas de la construcción del Reino de Dios. que seamos discípulos evangelizadores que oran y trabajan, discípulos que cultivan una espiritualidad que da sentido al compromiso por la paz con justicia.