La fe, si no tiene obras, está muerta
Reflexiones sobre las lecturas del 24 domingo del tiempo ordinario (16 de septiembre, 2018): Is 50,5-9a; Salmo 114; Sant 2,14-18; Mc 8,27-35
MISSIO ofrece "Predicando Misión," como una ayuda de homilía, que proporciona conexiones a la misión a partir de las lecturas de los domingos, los Días festivos y los Días Santos.
Las lecturas de este domingo 24 del tiempo ordinario nos ayudaran a recordar que los cristianos estamos llamados a cambiar el mundo.
Ya el Papa Francisco nos recuerda en la exhortación La alegría del evangelio al compartirnos en el numeral 178, que el anuncio de la buena nueva de Jesus, ineludiblemente tiene un contenido social. Confesar que el Padre que ama a cada ser humano, implica descubrir que “con ello le confiere una dignidad infinita.”
Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesus dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. La redención de Jesus tiene sentido social porque “Dios, en Cristo no redime solamente a la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres”
Confesar que el espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que El procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales. Este Espíritu Santo, nos dice el Papa posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables.
Las lecturas de la liturgia de hoy siguen dándonos elementos para seguir reflexionando este tema: Primero, Isaías en el antiguo testamento, nos presenta el tercer cantico del Siervo de Yahvé, una especie de cantico de confianza frente a la misión encomendada, la cual implica sacrificios y persecución en las cuales Dios consuela y ayuda. Si Dios esta con el: ¿Quién contra él?
Después, Santiago en su carta nos lanza e interpela como comunidad “Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta.” Si la comunidad no está dispuesta a transformarse desde su interior, es inútil que se proponga transformar situaciones exteriores en la sociedad. La solidaridad vivida desde la comunidad de discípulos es la nos permite descubrir que es posible transformar otras realidades sociales.
Finalmente, Jesus en el evangelio de Marcos, frente a la incapacidad de sus discípulos de entender cuál era el plan de Dios y su misma misión, debe recurrir a palabras duras para dejarles saber de su falta de visión. Ellos no logran ver en Jesus al “Siervo doliente” que el profeta Isaías ya había anunciado.