Amarás al Señor, tu Dios y al prójimo como a ti mismo
Reflexiones sobre las lecturas del XXX domingo del tiempo ordinario (25 de octubre, 2020): Éxodo 22,20-26; Salmo 17; 1 Tesalonicenses 1,5c-10; Mateo 22,34-40
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
El amor, que Dios nos da, no es estático, no es limitado. Nuestra manera de amar viene de Dios y nos acerca a él…
En tiempos de Jesus los fariseos ensenaban muchos preceptos, mandamientos y prohibiciones entre tantas leyes, era difícil distinguir entre las prioritarias, las secundarias y menos importantes. El grupo de los saduceos, integrado por sacerdotes, no seguía muchos de las leyes que enseñaban los fariseos. Como Jesus ya se había desafiado a estos, los fariseos trataron de acercársele para que les diera la razón.
“y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Jesus, frente esta pregunta, en vez de centrarse en el cumplimiento de la ley, une dos leyes que estaban separadas: el amor de Dios y el amor al prójimo y a si mismo y, afirma que es la única ley importante, convirtiéndola así, en la síntesis de toda la ley divina: “Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas”
La ley o Torah está comprendida por cinco primeros libros en la biblia: Genesis, Éxodo, Levítico, números y Deuteronomio. Las enseñanzas de los profetas eran vitales por ser los mensajeros de Dios.
Jesus centro toda la vida en el amor, llevando la dimensión religiosa y legal del antiguo testamento a la plenitud de estas. Ya el mismo lo dijo al principio de su vida pública (Mateo 5, 17): “no piensen que he venido a abolir la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta las últimas consecuencias. El nos pide que amemos, primero a Dios, no solo porque Dios es Dios y tiene que ser primero, sino porque esta relación personal, transformara y fortalecerá nuestra forma de amar. Porque nos encontraremos “con el Dios que es Amor” y como resultado nuestra manera humana de amar también llegara a su plenitud para amar al prójimo.
Amar implica acción por otros, amar implica no solo amar al que nos ama. Amar implica sacrificio y entrega, amar también significa compartir y ensenar a otros que Dios los ama a través de nosotros. El amor, que Dios nos da, no es estático, no es limitado. Nuestra manera de amar viene de Dios y nos acerca a él, en el otro. El ejercicio del perdón, de la solidaridad; la búsqueda de la paz con justicia. Las obras de caridad son fruto de esta síntesis que Jesus afirmo.
Dios, Eterno: Aumenta nuestro amor y nuestro sentido de la justicia, de modo que vivimos el mandamiento del amor con nuestros hermanos, especialmente con los más necesitados. Por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina en el poder del Espíritu Santo.