Misión en la Escritura

XXVIII domingo tiempo ordinario - 11 de octubre, 2020

Written by Equipo MISSIO | Oct 6, 2020 3:18:38 PM

A los que encuentren invítenlos a la boda         

Reflexiones sobre las lecturas del XXVIII domingo del tiempo ordinario (11 de octubre, 2020): Isaías 25,6-10a; Salmo 22; Filipenses 4,12-14.19-20; Mateo 22,1-14

MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.

Digámosle Si al banquete que Dios nos invita y lancemos a invitar también a otros. 

Este Domingo XVIII del tiempo ordinario, en el evangelio de Mateo Jesus nos anuncia la invitación de Dios a todos a asistir al banquete de la fiesta de su Reino. ¿Estás listo para asistir? ¿Estamos dispuestos a aceptar esa invitación, a recibirla sin prejuicios ni condiciones, y a colaborar para que todos participen también, en ese banquete que nos prepara Dios nuestro Padre? Pero ¿cuál es la razón de este banque al que Dios nos invita? La razón de este banquete es la celebración de las bodas de su Hijo. ¡que hermosa manera de expresar la salvación ofrecida a cada uno de nosotros!  

La Historia de salvación nos muestra el Amor y la fidelidad de Dios frente a su pueblo, el cual no siempre le ha respondido igual. Frente a esta realidad Dios continúa siendo Dios y así dándonos una muestra más clara de su amor y fidelidad, envía a su hijo para hacer una alianza nueva sellada por el mismo: Sellada con su vida, su muerte y su resurrección. 

Jesus inaugura una nueva época de salvación, una nueva invitación a celebrar las bodas con Jesus. A este banquete estamos invitados justo por el mismo Dios, su mismo amor y fidelidad de nuevo se hace presente a través de su hijo, quien vino a redimir al pecador, por eso su invitación es para malos y buenos. Todos pueden entrar a la celebración. Solo hay un requisito “vestir para la fiesta” lo cual quiere decir aceptar la razón de la fiesta: ¡las bodas del hijo!  

Preparemos entonces; preparemos nuestro vestido de fiesta, renovemos nuestra fe y nuestro discipulado misionero decorándolo con nuestra oración personal y comunitaria, así también con nuestras obras. Hagamos uso de nuestro mejor regalo: La libertad y aceptemos la invitación al banquete. Mateo nos recuerda que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. Esta afirmación no busca fundamentar números, sino la seriedad de la invitación.  

Digámosle Si al banquete que Dios nos invita y lancemos a invitar también a otros. Para que esta noticia que nos da esperanza llegue a todos más allá de nuestros propios límites.      

Dios, Padre nuestro: te pedimos que tu gracia y tu luz nos acompañen siempre, de modo que podamos distinguir tu voz que nos invita y estemos dispuestos a decir si a tu invitación. Quédate entre nosotros y haz que siempre sepamos reconocer tu presencia, tu fidelidad y tu amor. Por Jesucristo tu hijo que vive y reina por siempre.