¡Si tuvieran fe!
Reflexiones sobre las lecturas del XXVII tiempo ordinario - (2 de octubre 2022): Habacuc 1,2-3; 2,2-4; Salmo 94; 2 Timoteo 6-8.13-14; Lucas 17,5-10
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Pidamos nosotros hoy, al igual que los discípulos ayer, una fe autentica y fuerte que nos lleve a la acción con la seguridad que actuamos con Dios, por Dios y en Dios.
¿Somos discípulos con fe? ¿Cómo es nuestra fe? ¿Qué le falta a nuestra fe para ser más fuerte y autentica? Los apóstoles en el evangelio de Lucas, que nos presenta hoy la liturgia de la palabra, le piden a Jesus, conscientes de que la misión a la que los envía es difícil y desgastadora, que les “aumente su fe” Ya que esta es fundamental para seguir. Pidamos nosotros hoy, al igual que los discípulos ayer, una fe autentica y fuerte que nos lleve a la acción con la seguridad que actuamos con Dios, por Dios y en Dios. Pidamos entonces por:
- Una fe que nos ayude ha afirmar libremente la verdad que Dios no ha revelado en Jesus, la que hemos conocido a través de la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia. La que nos afirma que somos amados por el Padre, quien envía a su hijo Jesus, que vive, sufre, muere y resucita por nosotros y así nos integra al plan de salvación en el poder del Espíritu Santo.
- Una fe que nos recibe como somos, con nuestras fortalezas y retos. Dones, carismas y debilidades. Una fe que nos motive y enseñe a abrirnos a la presencia del Espíritu Santo, para así dar mucho fruto.
- Una fe que nos mantenga cimentados en Jesus y con la mirada en el Reino del Padre. Una fe que no ayude a vivir la libertad de los hijos de Dios, en medio de las inseguridades, contradicciones y retos de la vida.
- Una fe que nos lleve a ser discípulos misioneros, conscientes de que pertenecemos a una Iglesia que debe estar siempre en salida, en un proceso de conversión pastoral que requiere esfuerzo, constancia y disponibilidad.
- Una fe que nos cuestione, que no nos deje quedarnos en nuestra zona de seguridad y confort. Una fe que nos permita escuchar que nos pide Dios abandonar para seguir e ir a las periferias de nuestra propia existencia.
- Una fe que nos de confianza y seguridad para ser signo en el mundo de justicia, paz, humildad y alegría.
Que en este domingo XXVII del tiempo ordinario, nuestra oración resuene para pedir a Jesus todos a una sola voz: ¡Señor, Aumenta nuestra fe!