Vístanse de la nueva condición humana
Reflexiones sobre las lecturas del XVIII domingo del tiempo ordinario - (1 de agosto 2021): Éxodo 16,2-4.12-15; Salmo 77; Efesios 4,17.20-24; Juan 6,24-35
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Jesus nos invita y motiva a iniciar procesos de conversión que nos “den hambre” de estar en comunión con Dios, un proceso de conversión siempre abierto a la esperanza...
Jesus quiere darnos a través de su presencia la ayuda necesaria para encontrar el sentido de nuestra vida. En los pasajes bíblicos del evangelio de este domingo y del anterior, encontramos personas que buscan a Jesus por motivos equivocados, superficiales o limitados.
A Jesus no le interesa nada más saciar el hambre de la gente con pan. Su intención es más profunda: Dios se hizo carne para introducirnos en la dimensión del Espíritu y así responder a las aspiraciones más fundamentales y profundas del ser humano.
Jesus desea que tengamos hambre de una continua renovación y conversión que nos lleve a ser una comunidad que siempre está en salida, en movimiento, en especial para alcanzar a los que más necesitan este mensaje de salvación. Jesus nos invita y motiva a iniciar procesos de conversión que nos “den hambre” de estar en comunión con Dios, un proceso de conversión siempre abierto a la esperanza, al servicio, a la solidaridad, a la búsqueda de la justicia y de la paz. Pablo lo expresa muy bien en la segunda lectura de hoy al decirnos que debemos renovarnos siempre espiritualmente, revistiéndonos del hombre nuevo para llevar una vida recta y santa.
Pidamos hoy que a través de la celebración y reflexión de hoy podamos ser discípulos misioneros que siempre tengamos hambre y sed de Cristo, un hambre y una sed que nos haga protagonistas de la construcción de un mundo que gire alrededor de Dios. Que nos como comunidad misionera nos alimentemos en la mesa de la palabra y del pan de vida para tener fuerzas y visión en nuestro camino.
Dios Padre bueno que en Jesús de Nazaret nos has presentado verdaderamente el pan del cielo aumenta nuestra fe para que, recibiéndolo, sacie el hambre de verdad, justicia y paz que hay dentro de cada uno de nosotros.
