El Reino de Dios se parece…
Reflexiones sobre las lecturas del XVI domingo tiempo ordinario (19 de julio, 2020): Sabiduría 12,13.16-19; Salmo 85; Romanos 8,26-27; Mateo 13,24-43
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Mientras vivíamos en la tierra, el mal y el bien estarán presentes como el trigo y la cizaña, uno al lado de otro.
¿Te has preguntado porque existe el mal y el bien en el mundo? ¿Te has preguntado también acerca del uso de la libertad de decisión que tenemos los seres humanos? A un más cerca y profundo: ¿Has reflexionado en la presencia del mal y del bien en tu propia historia? ¿Has reflexionado en el uso de tu libertad y el resultado de tus acciones en tu propia vida y en la comunidad?
En el evangelio de Mateo este domingo XVI del tiempo ordinario, Jesus con tres parábolas, nos explica el misterio del Reino del Padre. Usando estas comparaciones "El Reino de los cielos se parece…” nos pode frente a las fuerzas que mueven la historia humana: el bien y el mal. También nos pone frente al uso de nuestra libertad de actuar y finalmente nos invita a entender que el Reino de Dios comienza de algo pequeño e insignificante que puede cambiarlo todo.
Mientras vivíamos en la tierra, el mal y el bien estarán presentes como el trigo y la cizaña, uno al lado de otro. Mas aun muchas veces hasta nos parecerá que el mal sobreabunda, pero si nos detenemos veremos que la cizaña no es el trigo. Esta no da fruto. En la parábola del trigo y la cizaña, también podemos pensar en la acción de los criados, los cuales, actúan contrariamente a Dios: intolerantes e impacientes. El bien y mal convivirán hasta el final, La esperanza es un valor que debe prevalecer hasta el final.
Las parábolas de la semilla de mostaza y la de la levadura, se unen para enseñarnos que el Reino de Dios comienza con algo pequeño, a veces insignificante, pero con un gran valor transformador. Algo a veces imperceptible y sin valor que, si se permite su acción, llega a dar su fruto. Estas tres parábolas nos ayudan hoy a reflexionar sobre el Reino, sobre su presencia en el mundo. Para así poder orientar nuestra vida, nuestra vocación y nuestra misión como discípulos de Jesus.
El Reino de Dios permite la convivencia del bien el mal en el mundo, la tolerancia y la paciencia son valores del reino para poner en práctica con nosotros mismos y con los demás. La esperanza cristiana no tiene límites.
El Reino de Dios nace de una como una pequeña semilla, que es la conversión, el discipulado y su acción en el mundo. Seamos protagonistas de la construcción de este Reino en medio de nosotros:
¿Qué necesitamos transformar para que el amor, la justicia y la paz nutran y transformen nuestras relaciones y así dar frutos?