Maestro, ¡qué bien se está aquí!
Reflexiones sobre las lecturas de la transfiguración del Señor (6 de agosto, 2018): Dn 7,9-10.13-14; Salmo 96;
2Pe 1,16-19; Mc 9,2-10
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
El texto de la transfiguración se encuentra en el corazón del evangelio de Marcos.
Jesus en su propio camino y frente a la posibilidad de la muerte, hace experimentar a sus discípulos el poder divino en la vida e historia humana. Esta presencia divina es tan grande que excede el pensamiento humano. Tanto, que sus discípulos, los que han caminado con él y han escuchado su mensaje y visto sus acciones, no logran interpretar a cabalidad, sino que necesitaran caminar y vivir más su propia jornada para ir descubriendo el significado de este momento.
“Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Al experimentar la presencia divina en nosotros, el primer sentimiento y deseo es “quedarnos ahí” en esa zona segura y agradable, que la presencia de Dios nos ofrece, donde no hay que hacer más que poner nuestra humanidad limitad, frente a la fuente inagotable de vida y gracia que es Dios. Los discípulos querían quedarse con esa experiencia, levantar ahí la tienda. Esa experiencia los superaba: “Estaban asustados y no sabían lo que decían.”
Si, no sabían lo que decían, pues la experiencia personal de Jesus no es para guardarla; es para compartirla, Jesus se los había mencionado muchas veces. Jesus mismo era testimonio vivo de la vocación a la que somos llamados. Jesus fue enviado por el padre, para ser escuchado, para llevas adelante una misión, que partir de él, esta misión es compartida a sus discípulos.
Jesus en la transfiguración, transparenta su ser, su gloria y su misión, y a la vez deja a sus discípulos el ejemplo y reto de transparentar su propio ser. La misión es llevar ese mensaje a los que no conocen a Jesucristo o lo han rechazado siempre.
Los discípulos fueron paulatinamente entendiendo y articulado lo que ahora llamamos evangelización, que no es más que la herencia de toda la comunidad de discípulos ha realizado en este caminar, recibimos la misión de anunciar este evangelio sin excluir a nadie, como dice el Papa Francisco, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable.
Que nuestra relación personal con Jesus, con sus palabras y hechos, nos comprometan a convertirnos en sus discípulos que no se quedan solo con este tesoro, sino que se comprometen a llevar esta experiencia de profunda alegría que da vida y esperanza otros en las periferias. Que hoy que celebramos la transfiguración de Jesus, subamos al monte tabor de nuestra experiencia de fe y luego bajemos fortalecidos para llevar este mensaje. Que Jesus el Dios y Hombre nos ayude, a realizar una pastoral decididamente misionera.