Señor, tú tienes palabras de vida eterna
Reflexiones sobre las lecturas del Tercer domingo de cuaresma - (7 de marzo 2021): Éxodo 20,1-17; Salmo 18; 1 Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Este tercer domingo de cuaresma la lectura del éxodo nos trae un recordatorio de la presencia de Dios en la historia universal.
"Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí.” Este tercer domingo de cuaresma la lectura del éxodo nos trae un recordatorio de la presencia de Dios en la historia universal. Una historia que, con su presencia la convierte en historia de salvación. Dios ha estado y está presente siempre con nosotros. Esto nos recuerda que Dios es también nuestro creador y único Dios.
“Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.” San Pablo en la primera carta a los Corintios nos presenta la muerte de Jesus en la cruz, como escandalo para unos y necedad para otros. Pero, para los llamados, a ser discípulos y vivir en comunidad, esta muerte en cruz es fuerza y sabiduría de Dios. Pues al acercarse a Jesus y seguirlo descubre que la muerte es parte de la pascua y que no hay muerte sin resurrección.
"Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre."
Juan en el evangelio de hoy nos presenta a Jesus en el templo expulsando a todos los mercaderes. Este es un pasaje que nos presenta uno de los momentos más humanos y a la vez, más divinos de Jesus. Una manifestación mesiánica de Jesus que se da en el contexto de la fiesta judía. Para el evangelista Juan es muy importante ubicar a Jesus, su mensaje y su comunidad de discípulos como la propuesta que hereda y a la vez da un nuevo sentido a la historia de salvación.
Jesus expulsa a los mercaderes del templo, exponiendo y denunciado de esta manera lo que está sucediendo y como se ha perdido el sentido de la celebración y la dirección de la misión del templo. Al llamar Jesus “la casa de mi Padre” al templo, mueve a una dimensión más familiar y profunda la relación con Dios. En la casa del Padre ya no puede haber negocio, ya que la casa-familiar acoge a quien necesite amor, intimidad, confianza y afecto.
“Señor, tú tienes palabras de vida eterna.” Que en este domingo tercero podamos reafirmar nuestra propia historia de salvación y confirmar nuestra fe en Jesus y su misterio pascual para transformar y fortalecer el sentido de nuestra fe y ponerla en acción.