¡Bienaventurados ustedes!
Reflexiones sobre las lecturas de la solemnidad de todos los santos (1 de noviembre, 2018): Ap 7,2-4.9-14; Salmo 23; 1Jn 3,1-3; Mt 5,1-12a
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
El papa Francisco nos dice que “Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús. Estamos llamados a ser bienaventurados, seguidores de Jesús” (homilía de la fiesta de todos los santos en 2016).
Hoy que celebramos la solemnidad de todos los santos es bueno que recordemos estas palabras ya que el llamado a la santidad es un llamado universal. Hoy para comenzar podríamos plantearnos dos preguntas, para ayudarnos a celebrar este día de una manera mejor:
¿Cuál es el significado de esta solemnidad que celebramos hoy? El sentido de celebrar esta solemnidad hoy es contemplar el ejemplo de los santos y animar-renovar el deseo de vivir como ellos: Felices de vivir cerca de Dios, de vivir en su luz, de ser parte de la familia de los amigos de Dios. Discípulos misioneros de una Iglesia en salida.
¿Como podemos llegar nosotros a ser santos? Para ser santos, es necesario, primero que nada, escucharlo a él, a Jesus, sin desalentarse en los momentos difíciles; ni buscar puestos, ni el poder en sí mismo en momentos de triunfo. La santidad exige un esfuerzo constante para mantenernos en relación con Dios y buscar lo que él quiere de nosotros. Pero es posible para todos, ya que más que un esfuerzo humano es un don de Dios.
El papa Benedicto XVI (Homilía 1nov, 2006) nos amplia en este tema de la santidad: “Por tanto, cuanto más imitamos a Jesús y permanecemos unidos a él, tanto más entramos en el misterio de la santidad divina. Descubrimos que somos amados por él de modo infinito, y esto nos impulsa a amar también nosotros a nuestros hermanos. Amar implica siempre un acto de renuncia a sí mismo, "perderse a sí mismos", y precisamente así nos hace felices.”
Felices o bienaventurados, nos señala el evangelio de hoy. El Papa Benedicto sigue explicándonos que el bienaventurado por excelencia es Jesus, quien vive y lleva a su vida todas las bienaventuranzas. En la medida que acojamos su propuesta, nos dice el papa; cada uno en nuestras propias circunstancias podremos participar de estas bienaventuranzas. Con él lo imposible se hace posible. Con su ayuda, solo con su ayuda podemos llegar a ser perfectos, como el Padre es perfecto.