Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Reflexiones sobre las lecturas del Segundo domingo del tiempo ordinario - (17 de enero 2021): 1Sm 3,3b10.19; Salmo 397; 1Cor 6,13c-15a.17-206; Jn 1,35-42
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Las lecturas de hoy son un llamado de atención a abrir nuestros oídos, nuestros ojos, nuestra mente, nuestro corazón; en fin, nuestro ser; para...
Juan el Bautista presenta a Jesus como “el cordero de Dios” por segunda vez, la primera vez fue después del bautismo de Jesus en el rio Jordán. El testimonio de Juan da fruto, ya que dos de sus discípulos siguen a Jesus. El los llama, ellos lo reconocen como Maestro y Mesías, e invitan a otros a reconocerlo también. Entre ellos esta Simon, a quien Jesus cambiara de nombre, como era la costumbre de esos tiempos cuando Dios encargaba una misión que cumplir.
¿Qué tan alerta estamos para descubrir a Jesus hoy en medio de tanta preocupación, enfermedad y muerte causada por la pandemia del COVID? ¿Estamos atentos cuando otras personas hablan de Jesus?
A veces no distinguimos el llamado que Dios nos hace a través de las mismas necesidades, o de las personas cercanas; en ocasiones hasta participamos en oraciones o leemos la palabra de Dios, pero no ponemos atención. No valoramos a Jesus como nuestro Maestro y Mesías, como lo hicieron esos dos discípulos de Juan el bautista.
Estamos tan sumidos en las situaciones diarias, en las preocupaciones que requieren soluciones y nos exigen nuestra atención. Los medios de comunicación también nos pueden distraer y no nos dejan ver la grandeza del llamado de Dios a través de esas mismas cosas y personas.
Las lecturas de hoy son un llamado de atención a abrir nuestros oídos, nuestros ojos, nuestra mente, nuestro corazón; en fin, nuestro ser; para escuchar a Dios a través de los profetas de hoy, desde los signos de hoy, a través de esa voz de Dios que nos llama en la vida cotidiana. Vamos entonces respondiéndole en esta misma cotidianidad, asimilando su presencia y dejando que de fruto:
Padre bueno, que hablas siempre en la historia y en lo profundo del corazón de cada uno de nosotros, proponiéndonos un camino misionero. Danos un espíritu atento a tus llamados, una actitud de búsqueda y discernimiento constante para buscar siempre y en todo, la fidelidad al proyecto de vida que nos llamas. Tú que vives y das vida por los siglos de los siglos. Amen
