Mi alma canta la grandeza del Señor
Reflexiones sobre las lecturas de la visitación de la Virgen Maria (31 de mayo, 2019): Sof 3,14-18; Interleccional IS 12; Lc 1,39-56
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Celebramos hoy la fiesta de la visita de Maria a su prima Santa Isabel. Fiesta que se ha celebrado desde hace muchísimos años. Ya el siglo XIII varias comunidades la celebraban con mucha devoción. Fue en el Concilio Vaticano II, donde se reformo el calendario litúrgico, donde la visitación paso de celebrarse el 2 de julio al 31 de mayo, quedando entonces entre la anunciación y el nacimiento de Juan el Bautista, donde cronológicamente parece ajustarse mejor.
“En aquellos días, María se puso en camino.” La fiesta de la visitación de Maria a su prima santa Isabel es también una fiesta misionera por excelencia. Ya que después del anuncio del arcángel Gabriel, quien le comunico que su prima estaba esperando un hijo, Maria se pone en camino desde Nazaret a Ain Karen, el pueblo donde la tradición pone la morada de Zacarías e Isabel. Fueron 130 kilómetros, aproximadamente, que Maria tuvo que viajar para compartir con su prima el tesoro que llevaba en su vientre y a la vez ofrecerle su presencia. Como nos dice el Papa Francisco: La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera, Maria es el icono de esta alegría misionera que se lanza al encuentro y servicio.
“Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón” El saludo de Isabel a Maria es la oportunidad para que ella en respuesta proclame su gozo misionero, que se resume en el magníficat: El cual según San Juan Pablo II es una inspirada profesión de su fe, en la que la respuesta a la palabra de la revelación se expresa con la elevación espiritual y poética de todo su ser hacia Dios. Maria se considera parte de los anawim, de los pobres de Dios, de aquellos que temen a Dios, de aquellos que ponen en Dios toda su confianza y esperanza y en términos humanos no les respetan ningún derecho.
Ahora según el magníficat, lo pobres tienen muchos motivos para alegrarse, porque Dios reivindica, glorifica y salva a los anawim y desprecia a los orgullosos. En definitiva, Maria proclama y celebra en el magníficat todo lo que Dios a obrado en ella. Gozo, reivindicación y gratitud brota de este himno de salvación que reconoce grande a Dios, pero que también hace grande al que lo canta y lo vive.