Santo, Santo, Santo es el Señor
Reflexiones sobre las lecturas de la presentación de la santísima virgen Maria (21 de noviembre, 2018): Ap 4,1-11; Salmo 150; Lc 19,11-28
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
La celebración de la presentación de la santísima virgen Maria nación hacia el año 543 en oriente, donde continúa siendo una de la celebración más importantes, en ocasión de la dedicación de la basílica Santísima Maria, La nueva Jerusalén.
Luego paso al calendario romano en el año 1585. Dicho acontecimiento no aparece en ninguno de los evangelios y a veces suele confundirse también con la presentación de Jesus en el templo, hecho que si esta descrito en el nuevo testamento.
Es en los evangelios apócrifos donde se encuentra descrito el relato de la presentación de la Santísima Virgen Maria, por ejemplo, en el llamado protoevangelio de Santiago, el cual es uno de los más antiguos, se encuentra un texto que da varios detalles sobre el mismo.
En la presentación de la Santísima virgen Maria podemos meditar en la consagración de la madre de Dios desde muy temprana edad, este acontecimiento también trae a nosotros una mirada reflexiva sobre la vocación y la misión. Maria la madre del evangelio viviente, fue consagrada, elegida y enviada con una misión que transciende hasta nuestros días. Ella es la mujer de fe que vive y camina con nosotros en la fe. Su excepcional misión la lleva a ser un icono viviente para la Iglesia.
En Maria, la mujer, la elegida; colocamos hoy nuestra mirada para que ella, quien en su vocación de servicio se dejó conducir por el Espíritu, en un itinerario de fe encaminado al servicio y la fecundidad, siga siendo nuestra estrella, que nos guie en esta etapa de nuestra vida personal y de la Iglesia:
“Santa Madre María, tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo, y que, confiando en tus padres, San Joaquín y Santa Ana, respondiste a tu llamado, tú que ya desde ese momento en el que tus padres te presentaron en el Templo percibiste en tu interior el profundo designio de Dios que es Amor; enséñanos Madre a ser valientes discípulos de tu Hijo, anunciándolo en cada momento de nuestra vida la alegría del evangelio desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios.”