Grita de gozo y regocíjate, hija de Sion
Reflexiones sobre las lecturas de La presentación de la santísima virgen Maria (21 de noviembre, 2020): Zac 2,14-17; Responsorial Lucas 1, 46-55; Mt 12, 46-50
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Que la fiesta de la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, nos ayude a vivir más intensamente nuestra identidad de Iglesia, renueve en nosotros la razón e importancia de los templos físicos donde nos reunimos como comunidad para adorar y rendir culto a Dios.
En la presentación de la Santísima virgen Maria podemos meditar en la consagración de la madre de Dios desde muy temprana edad, este acontecimiento también trae a nosotros una mirada reflexiva sobre la vocación y la misión. Maria la madre del evangelio viviente, fue consagrada, elegida y enviada con una misión particular que transciende hasta nuestros días. Ella es la mujer de fe que vive y camina con nosotros para compartir y fortalecer esa fe. Su excepcional misión la lleva a ser un icono viviente para la Iglesia.
Esta celebración de la presentación de la santísima virgen Maria nación hacia el año 543 en oriente en ocasión de la dedicación de la basílica Santísima Maria, La nueva Jerusalén. En estas tierras de oriente continúa siendo una celebración muy importante. Tiempo después paso al calendario romano en el año 1585. La presentación de la santísima virgen Maria no aparece en ninguno de los evangelios y a veces suele confundirse también con la presentación de Jesus en el templo, hecho que si esta descrito en el nuevo testamento.
Es en los evangelios apócrifos donde se encuentra descrito el relato de la presentación de la Santísima Virgen Maria, por ejemplo, en el llamado protoevangelio de Santiago, el cual es uno de los más antiguos, se encuentra un texto que da varios detalles sobre el mismo.
En Maria, la mujer, la elegida; colocamos hoy nuestra mirada para que ella, quien en su vocación de servicio se dejó conducir por el Espíritu, en un itinerario de fe encaminado al servicio y la fecundidad, siga siendo nuestra estrella, que nos guie especialmente en este tiempo de pandemia, dándonos su presencia en nuestra vida personal y nuestra vida de Iglesia:
“Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de la Santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, nos concedas también a nosotros participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.” (De la liturgia de las horas)