Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
Reflexiones sobre las lecturas de La asunción de la Virgen Maria - (15 de agosto 2022):Ap 11,19a; 12,1.3-6a.10; Salmo 44; 1Cor 15,20-27a; Lc 1,39-56
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Hoy en la celebración de la asunción de Maria, la invitación es mirar a Maria, su vida, su cántico del magníficat y volver a renovar nuestro discipulado...
¡Hoy es la asunción de Maria! madre de Jesus, madre nuestra y madre de la evangelización. Hoy en esta celebración el canto de alegría de Maria que se proclama en el evangelio de Lucas se hace también nuestro canto. Este cántico de alabanza es la respuesta de una mujer que no se siente grande ni importante, sino por lo que Dios está haciendo a través de ella.
El Magníficat es en cierta medida revolucionario, pues nos declara y recuerda que el plan de Dios muchas veces requiere acciones contrarias al orden o filosofía de vida establecidas, el mensaje de Dios muchas veces pode “de cabeza” estas realidades. Maria llena de confianza anuncia que Dios está a favor de “los humildes y hambrientos” para colmarlos de bienes y que despide vacíos a “los ricos y soberbios de corazón.”
El magníficat, también nos recuerda que la vida en Dios se ofrece a todos, pero que solo los humildes, los que saben que la salvación viene de Dios están dispuestos a tomarla y seguirla. Los que se sientes seguros con lo tienen, esos corren el gran riesgo de perderlo todo. Maria es la mujer que supo confiar, estar abierta al plan y promesas de Dios. Maria es el ejemplo de la esperanza cristiana.
“Proclama mi alma la grandeza del Señor,” Maria vive a plenitud su fe en Dios. Maria tiene la certeza que algo nuevo está por venir. Ella sabe por su fe, que el fruto de vientre es bendito y que, por medio de ella, Dios estaba respondiendo definitivamente a su pueblo.
Hoy en la celebración de la asunción de Maria, la invitación es mirar a Maria, su vida, su cántico del magníficat y volver a renovar nuestro discipulado y con ello nuestra acción evangelizadora, para volver o seguir creyendo en lo revolucionario de la ternura y del cariño. Para darnos cuenta de que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no se necesita maltratar a otros para sentirse importantes.
Que ella sea también nuestra guía en la búsqueda de la justicia y que nos enseñen a salir de nosotros mismos para auxiliar a los demás “sin demora.” Que, por medio de ella, la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y que haga posible el nacimiento de un mundo nuevo.