A ti gloria y alabanza por los siglos
Reflexiones sobre las lecturas de El Santísimo cuerpo y sangre de Cristo (Corpus Christi) (14 de junio, 2020):Deuteronomio 8,2-3.14b-16a; Salmo 147; 1 Coríntios 10,16-17; Juan 6,51-58
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
Al comulgar con Jesus, pan de vida, retomemos la dinámica misionera de Jesus...
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo.
Compartir los alimentos en la mesa es signo profundo de intimidad y confianza. También es signo de fiesta y celebración de la historia en muchas culturas. Para los judíos comer en familia les recordaba la presencia salvadora de Dios. En la celebración de la cena de pascua, la cual recuerda la liberación del pueblo de la esclavitud en Egipto. Jesus, en un acto de entrega y servicio se queda con nosotros sacramentalmente en las especies del pan y del vino. Un hecho histórico, significativo y real para nuestra fe católica.
Histórico, pues podemos encontrar algunas pistas en el tiempo de que este hecho, la cena de celebración de la pascua entre Jesus y sus discípulos, realmente sucedió.
Significativo, pues Jesus escogió, el momento propicio de la celebración de la pascual y con este, el pan y el vino. Dándole unidad y sentido al gesto, a las palabras utilizada, así como también a las especies del pan y el vino.
Real, pues por medio de las palabras que Jesus pronuncio en la cena de Pascua, ahora retomadas por la liturgia y pronunciadas por el sacerdote. El pan y el vino se convierten en verdadero cuerpo y verdadera sangre de Cristo.
Encarnemos en esta celebración la misión de Jesus, quien fue enviado por el Padre con la buena noticia del Reino y se entregó a la muerte por nuestra salvación, resucito y subió al cielo y quiso quedarse entre nosotros en la forma de pan y vino.
Al comulgar con Jesus, pan de vida, retomemos la dinámica misionera de Jesus, permitiendo que el Espíritu Santo actúe en y por nosotros. Dejémonos orientar por sus valores y efectos. Convirtámonos en “otros Cristo” en la realidad donde vivimos. Permitiendo que, por medio de nuestras acciones y nuestra voz, el se haga presente en el mundo hoy. Lancémonos a vivir el amor fraterno con el prójimo, hasta permitir que la comunión con Jesus y nuestros hermanos, traigan frutos de justicia y paz.
Los diversos retos de la realidad de hoy son una llamada a despertar y acrecentar la esperanza. La pandemia del COVID-19 hace a muchos pensar en “un nuevo normal” Pidamos a Jesus en esta solemnidad de su cuerpo y su sangre, que nosotros busquemos “un mejor normal” que como nos invita el Papa Francisco “seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!” (AE#109)
