¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Reflexiones sobre las lecturas del Domingo de Pascua de resurrección - (4 de abril 2021): Hechos 10,34a.37-43; Salmo 117; Colosenses 3,1-4; Juan 20,1-9
MISSIO ofrece "Misión en la Escritura" para alimentar un corazón misionero, proporcionando reflexiones sobre los temas misioneros en las lecturas de los domingos, fiestas y días festivos.
En los discípulos ocurrió algo, una experiencia diferente, nueva y poderosa, que los transformo: Se encontraron con su maestro, crucificado, pero ahora resucitado. Así fueron llenos...
Los apóstoles anunciaban una resurrección, no de alguien desconocido por el resto del pueblo, ellos anunciaban la resurrección del crucificado: Jesus, el hombre a quien las mismas autoridades civiles y religiosas habían rechazado, juzgado injustamente y condenado a muerte.
Ellos, anunciaban al Jesus que también, habían abandonado en el momento de su crucifixión. Momento en que todos se dispersaron, quisieron huir y olvidar, pues todo parecía concluir con su muerte.” A ese Jesus lo anunciaban ahora vivo, resucitado de entre los muertos.
En los discípulos ocurrió algo, una experiencia diferente, nueva y poderosa, que los transformo: Se encontraron con su maestro, crucificado, pero ahora resucitado. Así fueron llenos de una fortaleza nueva que llego desde lo alto y los movió a la acción. Llenos del Poder del Espíritu Santo, pudieron tener la seguridad de que “Jesus está vivo y no se quedó en la oscuridad de la muerte” y este anuncio no podía hacerse esperar para nosotros hoy:
La pandemia del COVID-19 y sus consecuencias, ¿nos ha acercado más a Jesus?
¿Esta realidad nos ha llevado a revisar nuestra vida y cambiar lo que necesitamos cambiar?
¿Hemos aprovechado la cuaresma, como “tiempo propicio” para reconciliarnos con nosotros mismo, con el prójimo, con la naturaleza y finalmente con Dios?
¿Estamos listos para que el Espíritu santo renueve nuestra fe en Cristo resucitado?
La experiencia de la resurrección cambio radicalmente la mente y el corazón de los discípulos, a partir de ese momento se dan cuenta que ellos mismos son protagonistas de la construcción de otra etapa de esta historia de salvación.
Celebremos hoy la resurrección de Jesus y recibamos los dones que vienen de este momento glorioso. Tengamos la certeza interior y la convicción de que Dios actúa hoy como ayer y siempre. Llevemos en nosotros y en nuestro discipulado la resurrección, como un tesoro en recipiente de barro. Seguros de que daremos mucho fruto y que nuestra acción misionera no se pierde ni el tiempo, ni el espacio. Es el resucitado quien hace fecundos nuestros esfuerzos.
Vayamos entonces a nuestras comunidades junto a María, la madre y estrella de la nueva evangelización a vivir y llevar la buena nueva del resucitado. ¡Un anuncio lleno de alegría y esperanza en tiempos difíciles!